Tycho Brahe y el duelo entre la astronomía y la astrología

Brahe había llegado a Rostock a mediados de año, procedente de la Universidad de Wittenberg y con la intención de estudiar astronomía en la de Rostock. El famoso sultán otomano había muerto el 8 de septiembre de este mismo año, pero la noticia, la noticias circulaban en aquellos tiempos más lentas que hoy en día, y con el probable añadido de sus trajines viajeros, todavía no le había llegado a Brahe. El problema es que había realizado predicciones astrológicas sobre la muerte de Solimán que establecían la fecha de su muerte en alguna fecha de aquel mismo mes de diciembre, cuando llevaba ya algunos meses fallecido. Las mofas que su aristócrata compatriota le dedicó por este motivo, indignaron tanto al joven Brahe que decidió retarlo a duelo.

A día de hoy puede parecer extraño que un científico tan notorio y brillante como Tycho Brahe se dedicara, y acaso creyera en la Astrología. Brahe es uno de los más celebrados astrónomos de la época de la Revolución científica. Detectó deficiencias de observación en los cálculos de Copérnico y, contrario al heliocentrismo de este, elaboró su propio sistema volviendo al geocentrismo, pero con unas observaciones astronómicas mucho más precisas que luego sirvieron precisamente para que Kepler –que fue ayudante suyo- y Galileo reelaboraran más consistentemente el modelo copernicano.

Pero lo cierto es que esta afición de Brahe a la Astrología no debería sorprendernos tanto. Ciencia y superstición convivieron durante mucho tiempo sin demasiados problemas desde antiguo, y no fue precisamente hasta los tiempos de Brahe, con el surgimiento del concepto moderno de ciencia, que empezaron a mostrarse abiertamente sus incompatibilidades. Muchos astrónomos como Brahe tenían por costumbre hacer cartas astrales para ganarse la vida, siendo esta una costumbre que perduró incluso en épocas posteriores a él: Newton se dedicaba también a ello. Igualmente, algunos importantes descubrimientos tuvieron lugar gracias a estas supersticiones. Si la posición de los planetas determinaba el curso de los acontecimientos, entonces determinar con la mayor precisión posible estas posiciones era fundamental. Basta que nos despojemos de la creencia según la cual determinan el futuro, quedándonos con el aparato matemático para determinarla, y estamos en la Astronomía moderna. En otro orden de cosas, el primer estudio de probabilística en matemáticas lo llevó a cabo Pascal para dar con las inquietudes de un empedernido jugador a los dados…

Lo que nunca sabremos es si verdaderamente los científicos que se servían de la Astrología para ganar dinero a costa de nobles supersticiosos que querían conocer su horóscopo, se lo creían verdaderamente o no. Algunos, todo indica que sí, sin menoscabo de los descubrimientos con los que contribuyeron al progreso de la ciencia. Otros, como Galileo o Descartes, parece más bien seguro que no. De este último sabemos además que siempre salió bien parado de sus duelos; era un consumado espadachín que incluso escribió un tratado de esgrima.

En el caso de Tycho Brahe, diríamos que, si se lo había creído alguna vez, probablemente dejó de creerlo tras el doble fiasco de Solimán el Magnífico. Primero por haber predicho su muerte después de acaecida, y en segundo lugar porque los astros tampoco le anunciaron que el resultado del duelo le iba a ser adverso. Perdió media nariz de un sablazo y tuvo que cubrir lo que quedó de ella con una prótesis de oro y plata durante el resto de su vida. Acabó considerando la astrología como simple charlatanería.

Texto publicado originalmente en https://www.catalunyavanguardista.com/tycho-brahe-y-el-duelo-entre-la-astronomia-y-la-astrologia/

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