Tintín y Astérix, similares y diferentes

Georges Remi (Hergé), el creador de Tintín, era belga y vivió entre 1907 y 1983. René Goscinny, co-autor de Asterix, era francés y vivió entre 1926 y 1977; Albert Uderzo, inicialmente dibujante y luego co-autor de Asterix, también era francés y vivió entre 1927 y 2020.

La primera historia de Tintín (“Tintín en el país de los soviets”) fue publicada en 1929; la primera historia de Asterix (“Asterix el galo”) se publicó en 1959. Se han publicado 24 historias de Tintín y 39 historias de Asterix.

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Portada del número 20 del suplemento infantil Le Petit Vingtième, publicado el 13 de mayo de 1930, que muestra una supuesta fotografía de Tintín y su perro Milú con una dedicatoria del primero.

Portada del número 20 del suplemento infantil Le Petit Vingtième, publicado el 13 de mayo de 1930, que muestra una supuesta fotografía de Tintín y su perro Milú con una dedicatoria del primero.

 

Desde lo formal, cada aventura de Tintín tiene 62 páginas con 4 tiras horizontales por página; las de Asterix tienen 48 páginas con 4 tiras horizontales por página, aunque su diagramación es menos estructurada ya que las tiras pueden distribuirse de manera diferente de acuerdo a la necesidad de cada historia. Los colores de las viñetas de Asterix son de tonalidad más brillante; los colores de Tintín son de tonalidad algo más mate. Ambos dibujos tienen trazos bien definidos: Tintín tiene un trazo continuo perfecto, casi hiperrealista; Asterix admite rasgos apenas menos contundentes. Los personajes de Tintín corren habitualmente de izquierda a derecha en cada viñeta, los de Asterix lo hacen en ambos sentidos de la misma.

Sabemos que Tintín es belga pero no es un dato que aparezca en alguna de sus historias; no sabemos de dónde son el capitán Haddock ni el profesor Tornasol. No sabemos nada sobre sus orígenes y la verdad es que no nos importa mucho; la patria de Tintín y sus amigos parece ser Europa. En sus historias los países son en algunos casos ficticios (Syldavia, Borduria, el Khemed, San Teodoro, Nuevo Rico) y en otros no (Perú, China, Suiza, India, Nepal, etc). No sabemos dónde queda Moulinsart, el castillo en el que viven Haddock y Tornasol; en una de las aventuras aparece, como parte de la noticia de un diario: “…Moulinsart (Europa Occidental)…” Lo mismo pasa con los personajes: Alcázar y Tapioca son el estereotipo de los dictadores sudamericanos, Musstler es un dictador balcánico cuyo apellido es la mezcla perfecta de Mussolini y Hitler, Plekszy-Gladz tiene bigotes iguales a los de Stalin. En una de las historias, sin embargo, aparece Al Capone, personaje real y más que conocido, pero es la excepción a la regla.

Asterix, en cambio, es galo; recontra galo. El mundo de Asterix está anclado en un genuino sentimiento tribal (y por extensión, nacional). Es la Galia contra todos, es su aldea contra el opresor, que es nada más y nada menos que el Imperio romano. Las regiones que visitan Asterix y Obelix son todas reales: Galia, Bretaña, Egipto, Hispania, Helvecia, etc, y se encuentran a menudo con personajes históricos reales como Julio César o Cleopatra. Asterix y Obelix suelen hacer chistes sobre las costumbres de las regiones que visitan: se sonríen ante el té británico y ante las locuras de los normandos, admiran la nariz de Cleopatra y se burlan del lenguaje de los godos y los egipcios, por ejemplo. Son localistas, tribales, gregarios. Puertas adentro se pelean, pero se quieren y se sienten unidos. Asterix y Obelix representan una aldea, un pueblo, una causa. Nada de eso ocurre con Tintín, cuyas historias no apelan a ningún sentimiento gregario, sino tan sólo al vértigo inconfundible de la aventura. Tintín y Haddock son ciudadanos del mundo; Asterix y Obelix son aldeanos que saltan al mundo.

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Uderzo dibujando a Astérix, 1971

Uderzo dibujando a Astérix, 1971

 

Tintín vive ocho aventuras en solitario antes de conocer al capitán Haddock en “El cangrejo de las pinzas de oro” en la novena historia editada y al profesor Tornasol en “El secreto del Unicornio”, dos entregas después. Asterix y Obelix, en cambio, ya están juntos desde la primera aventura, más allá de que hay historias en las que pueden separarse transitoriamente.

Las historias de Tintín son contemporáneas, las de Asterix están ubicadas en la era precristiana. Las historias de Tintín respetan el momento histórico en el que se desarrollan; las de Asterix también, pero están llenas de anacronismos que las hacen divertidísimas.

El humor en las historias de Tintín suele ser accesorio; hay historias más proclives que otras al desarrollo humorístico. En las historias de Asterix el humor es permanente, anacrónico, irónico, mordaz; los gags son continuos en todas las historias. Tintín es agradable, educado, intrépido, una suma de virtudes; su relación con el capitán Haddock es respetuosa, amistosa, de confianza, aséptica y “políticamemnte correcta”. Asterix es audaz, contestatario, desafiante, deshinibido; su relación con Obelix es la de dos tipos que bromean todo el tiempo, se ironizan, se divierten peleándose entre ellos, compiten a ver quién despanzurra más romanos, son cómplices y juerguistas.

Hasta aquí señalamos varios puntos que diferencian a estos extraordinarios personajes y sus historias. Pero son muchas también las similitudes entre ellos.

En lo formal, ambas historietas han sido traducidas a más de cien idiomas y dialectos (Tintín a 126 y Asterix a 111, aunque las cifras pueden no ser exactas) en los cinco continentes.

Sabemos que Tintín es periodista, pero no vemos que trabaje en algún diario o en algún medio de prensa. Tampoco sabemos nada sobre cómo se gana la vida Asterix. Pero en ambos casos sabemos qué hacen sus relaciones cercanas: Haddock es un marino mercante retirado, Tornasol es un científico, Hernández y Fernández son detectives de la policía. Obelix comercia menhires, Panoramix es el druida, Abraracurcix es el jefe de la aldea, Asuranceturix es el bardo.

Tanto Tintín-Haddock como Asterix-Obelix visten siempre la misma ropa, salvo que tengan que cambiar su atuendo por alguna razón inevitable. Ambas parejas de amigos inseparables tienen un equilibrio similar: Tintín y Asterix son inteligentes, valientes, nobles, impecables; Haddock y Obelix son desaforados, exagerados, desmedidos, impacientes, ambos con “debilidades” Haddock por el alcohol y Obelix por comer jabalíes y golpear romanos. Ambas parejas dan una sensación de Don Quijote y Sancho Panza, más “Quijote” Tintín, más “Sancho Panza” Obelix. Ambas amistades son indestructibles, eso sí.

 

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Astérix y Obélix en una pintura mural en Hagen.
Astérix y Obélix en una pintura mural en Hagen.

 

No conocemos las historias familiares de Tintín ni de Asterix; sí sabemos algo de un antepasado de Haddock (el caballero de Hadoque) y sabemos que Obelix se cayó en la marmita de la poción mágica cuando era pequeño y por eso el efecto de la poción es permanente en él.

Tanto Tintín-Haddock como Asterix-Obelix viajan por el mundo en casi todas las historias. La única historia de Tintín que se desarrolla “en casa”, en Moulinsart, es “Las joyas de la Castafiore”. Asterix tiene más historias que se desarrollan en su aldea o las cercanías, porque su pertenencia es, como vimos, un factor trascendente de su esencia y sus historias; pero la mayoría de sus aventuras son fuera de casa.

En ambas historietas el dinero no es un tema trascendente para los personajes; las mujeres no suelen ocupar lugares importantes en las historias salvo excepciones (Bianca Castafiore en las aventuras de Tintín, Falbala en las de Asterix). En las historias de Tintín hay un sabio: Silvestre Tornasol; en las de Asterix también: el druida Panoramix. En las historias de Tintín hay un personaje permanentemente rechazado por los protagonistas: Bianca Castafiore, la soprano (“el ruiseñor milanés”). En las de Asterix el rechazado es Asuranceturix, el bardo; en ambos casos se trata de cantantes. En las dos historietas hay una mascota que es muy importante; en ambos casos se trata de un perro pequeño y blanco: Milú (el perro de Tintín) e Ideafix (el perro de Obelix). Ambos son muy inteligentes y son retratados con una personalidad similar a la de los humanos.

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Estatua del dibujante Hergé con su gato y sus personajes Tintín y Milú en el Museo Hergé.
Estatua del dibujante Hergé con su gato y sus personajes Tintín y Milú en el Museo Hergé.

 

Tanto Tintín como Asterix viven aventuras que, además de brindar un gran entretenimiento, entregan una especie de enciclopedia geográfica, étnica, mitológica, astronómica, histórica y geopolítica. Leyendo a Tintín se puede ir a la Luna, al Himalaya, hacer un viaje al mundo inca, al Congo, involucrarse en la disputa chino-japonesa de la época, toparse con la mafia, buscar y encontrar un tesoro de piratas, adentrarse en las selvas amazónicas, ir en búsqueda de un meteorito en el Ártico o hacer contacto con ovnis en una isla del Pacífico. Leyendo a Asterix uno se encuentra con Julio César o Bruto, conocerá los mitos galos y celtas, visitará el Coliseo romano, se topará con gladiadores y legionarios, conocerá godos, normandos, bretones, vikingos, egipcios, le arruinará la vida a los pobres piratas cada vez que se crucen en su camino, se burlará de las prolijas y organizadas cohortes romanas y se enterará de que París antes se llamaba Lutecia.

Ambos mundos nos brindaron y aún nos regalan grandes momentos, grandes lecturas; volvemos a vivirlas cada vez que las releemos. Y las releemos muchas veces; tantas, que ya se han transformado en inolvidables.

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