Sarah Churchill, la mujer más influyente de su tiempo

La estrecha relación con la entonces futura reina Ana comienza en 1673, cuando Sarah se une al personal de la casa del duque de York, quien se convertiría en James II. Allí intimó con la hija menor del duque a punto tal que siendo las dos mujeres se seguían llamando con los apodos que se deban en la infancia. Sarah era “Mrs Freeman” y Ana “Mrs Morley”.

Cinco años más tarde Sarah se casaba con uno de los personajes más importantes del ejército y la política inglesa, John Churchill, que sirvió a cinco reyes de distintos bandos, desde los Estuardo, la casa Orange y los Hannover. Manejó sus ejércitos logrando magnificas victorias para Gran Bretaña -que serían relatadas con pasión por su descendiente el inefable Wiston Churchill- aunque su mayor esplendor e influencia lo tuvo gracias a la amistad de su esposa con la reina Ana. Fue entonces que comenzaron la construcción del Palacio de Blenheim (nombrado en recuerdo de una de las victorias más resonantes del duque).

Palacio de Blenheim

Palacio de Blenheim

Palacio de Blenheim

La inestabilidad emocional de la reina por un matrimonio mal avenido, sus múltiples pérdidas de embarazos, la muerte precoz del único hijo supérstite y sus problemas de salud, necesitaba del apoyo de esta mujer quien había permanecido a su lado a lo largo de tantos años.

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La princesa Ana con su único hijo sobreviviente, el duque de Gloucester. Vivió de 1689 a 1700.

La princesa Ana con su único hijo sobreviviente, el duque de Gloucester. Vivió de 1689 a 1700.

A pesar de que hay registros que aluden a que sus sentimientos hacia la reina eran genuinos, la duquesa de Marlborough no conocía sutilezas. Se fue transformando, paulatinamente, en una figura manipuladora dentro de la vida de la reina, lo cual se evidenció fuertemente una vez que esta decidió reemplazarla con una nueva mujer, más joven y más dispuesta a satisfacer las necesidades de la reina.

Sin hacer tan evidentes sus ambiciones de poder, esta nueva chica llevaba por nombre Abigail Masham, y era nada más y nada menos que la prima de Sarah.

Luego de las tantas discusiones que mantuvo con la reina, donde se le negaba reiteradamente el poder que ella exigía, su relación se fue desvaneciendo.

Sarah Churchill estaba muy consciente de los rumores y las historias que comenzaban a relatarse en las tabernas y demás sitios públicos donde solía reunirse la gente de la época. Cuando se vio reemplazada por su prima, la duquesa decidió esparcir el rumor del nuevo interés romántico de la reina Ana. Asimismo, la retrató como una mujer promiscua que mantenía encuentros con distintas damas de la corte.

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Aunado al hecho de que su esposo fue despedido de las fuerzas militares, Sarah no solo esparció las cartas que solía intercambiar con su examante, sino que creó una atmósfera en contra de la monarca, y la acusó de maltrato, posicionándose a sí misma como una víctima.

Debido a esto, la imagen de la reina no únicamente se vio afectada por la opinión pública, sino por cómo sería recordada en los libros de historia.

El documento de las memorias de Sarah Churchill, de hecho, es una de las pocas referencias que aún se conservan para estudiar la vida de la monarca.

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