Primero de Mayo: La revuelta de Haymarket

José Ingenieros sostenía que cada primero de mayo, los trabajadores deben expresarse por encima de las fronteras de las fronteras, más allá de los límites geográficos. El primero de mayo es un acontecimiento internacional pero no un día festivo, porque ese día recordamos a los caídos en la lucha por una nueva organización social más justa. Esta conmemoración está ligada a la disputa por la reducción de la jornada laboral, una aspiración que se hace más elocuente después de la Revolución Industrial, aunque se remonta a tiempos pretéritos, reflejada en la expresión bíblica “Y al séptimo día descansó”.

El siglo XIX fue testigo de los primeros reclamos organizados, en Inglaterra, Estados Unidos, Alemania y Francia. La aplicación de la máquina de vapor a la industria y el transporte generó un nuevo panorama. Con la mecanización se pasó de la elaboración artesanal, a la fabricación industrial estandarizada y a escala, que necesita el empleo masivo de mano de obra asalariada. Esta génesis del trabajo subordinado generó el gran acontecimiento histórico del siglo XIX: el surgimiento del proletariado o clase obrera.

La afluencia masiva de trabajadores agrícolas poco calificados repercutirá negativamente en los salarios y en las condiciones laborales. Sumadas estas condiciones al hacinamiento, las enfermedades epidémicas y el aumento de la criminalidad, se creó un clima social explosivo que periódicamente hacía eclosión y era reprimido violentamente por las fuerzas del orden, dando lugar a un ciclo poco virtuoso de huelgas y coacción.

Muchas de estas huelgas no lograron su cometido y otras solo éxitos parciales o transitorios. Sin embargo una de estas manifestaciones logró una trascendencia especial que cambió las condiciones laborales en forma permanente. Fue la que justamente se recuerda en esta fecha: la revuelta del primero de mayo de 1886 en Haymarket, Chicago.

Como la gran ciudad industrial de EEUU, Chicago ya había sido testigo de otros reclamos violentos. Todos ellos coincidían en exigir una jornada laboral de 8 horas. La Federación Americana de Trabajadores había convocado a una protesta ese 1 de mayo con la misma exigencia. Las nuevas leyes laborales le otorgaban ese derecho a los empleados de oficinas federales y de obras públicas, pero no a los obreros industriales. La huelga movilizó a 350.000 trabajadores de todo el país, pero tuvo su epicentro en Chicago, donde los trabajadores cumplían jornadas de 14 horas.

El 1 de Mayo hubo disturbios, y el 4 de mayo se convocó a un motín para repudiar la represión. Se juntaron 20.000 personas a escuchar a los oradores quienes repudiaron lo acontecido. La tensión llegó a su punto más álgido cuando el líder anarquista Samuel Fielden se dirigió a una multitud en el parque Haymarket.

Fielden era un obrero de origen inglés, predicador de la Iglesia Episcopal Metodista, relacionado con el movimiento socialista en el que se destacaba por su oratoria. Como tesorero del American Group, fue convocado a hablar en la jornada junto a Albert Parsons y August Spies. Mientras Fielden se dirigía a la multitud, una delegación policial ordenó la dispersión del motín. Fielden comenzó a protestar por la interrupción cuando alguien arrojó una bomba entre la multitud. Un agente murió y 60 manifestantes resultaron lesionados, incluido el mismo Samuel Fielden. Las autoridades abrieron fuego dejando 38 muertos y cientos de heridos entre la concurrencia.

Los organizadores del evento, incluidos Fielden, Parsons, Oscar Neebe, Michael Schwab, Louis Lingg, Adolph Fischer y George Engel, fueron encarcelados y juzgados. Todos fueron condenados a morir en la horca. Louis Lingg se suicidó y la pena de Schwab y Fielden fue cambiada por cadena perpetua (aunque ambos quedaron libres después de unos años de prisión). Los otros cuatro fueron ejecutados el 11 de noviembre de 1887.

Nunca se pudo demostrar quien arrojó la bomba ni que ninguno de los acusados haya estado involucrado en el atentado. El incidente de Haymarket fue repudiado a lo largo del mundo. Los dirigentes fueron enterrados en el antiguo cementerio alemán de Chicago, donde una estatua honra la memoria de los mártires de Haymarket.

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Cada Primero de Mayo no celebramos el día de los trabajadores, sino que recordamos a las víctimas de los reclamos para lograr mejores y más justas condiciones laborales.

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