El pasado 13 de mayo, se cumplieron 39 años desde que Mehmet Ali Agca, el terrorista turco, trató de asesinar en la plaza de San Pedro del Vaticano al Papa Juan Pablo II en 1981.
A lo largo de estos años, Agca apenas ha revelado nada sobre la trama que había detrás del atentado contra el Sumo Pontífice. En algunas entrevistas llegó a acusar a la propia Santa Sede de planear un atentado contra el Santo Padre. En 2013 publicó sus memorias en italiano bajo el título ‘Me prometieron el paraíso. Mi vida y la verdad sobre el atentado al papa’, donde acusaba en esta ocasión al ayatolá Khomeini de haberle ordenado asesinar a Juan Pablo II.
El devaneo del terrorista turco hace que el colaborador de ‘Iglesia Noticia’ y corresponsal de Atresmedia en el Vaticano, Antonio Pelayo, califique en COPE.es de figura siniestra a Ali Agca: “Es un ser oscuro que se ha pasado la vida mintiendo. Antes de intentar matar al Papa, asesinó a un periodista turco. Pese a que Juan Pablo II lo visitó en la cárcel y lo perdonó, aquello no contribuyó a que se arrepintiera”, lamenta el periodista.
Casi cuatro décadas después, la hipótesis principal sobre el atentado es que se trató de un complot contra el Sumo Pontífice, tal y como sostiene Pelayo: “No actuó solo. En mi opinión, la pista búlgara es clave, porque Ali Agca llegó a Bulgaria, país colindante con Turquía, y se hospedó durante tres meses en uno de los hoteles más lujosos de Sofía, donde estuvo protegido por los servicios secretos del país”.
Tras su estancia en Bulgaria, recuerda Antonio Pelayo, el terrorista recorrió Europa, pasando por España, hasta llegar a Roma para cometer el atentado: “Los investigadores sostienen que los búlgaros que protegían a Ali Agca eran agentes enviados por la KGB rusa, que consideraban una amenaza para su estabilidad política a Juan Pablo II, al ser un polaco anticomunista que ya tuvo problemas con las autoridades del país, por aquel entonces bajo dominio soviético”.
Una teoría que no se ha podido probar, pero el corresponsal en el Vaticano asegura que antes o después se conocerá la verdad: “La clave es la apertura de los archivos secretos de la KGB, algo que no está previsto por ahora. Lo que está claro es que Ali Agca no actuó solo. Tuvo cómplices en Roma y financiación que venía del Este de Europa”.
Diez años después de su liberación, Pelayo reconoce haber perdido la pista del verdugo del Papa: “Es un tema que he dejado de lado porque es un personaje ya irrelevante, sin los apoyos que tuvo en su momento. Supongo que intentará campar a base de pequeños engaños, porque es lo que ha hecho toda la vida”, afirma con contundencia el corresponsal.