Haití había estado convulsionado desde la dimisión forzosa del dictador Paul Eugene Magloire. En diez meses hubo seis presidentes provisionales y las bandas de facciones políticas militarizadas (y de delincuentes, también) dominaban las calles. Duvalier había sido ministro de Sanidad y Trabajo y había sido el principal opositor a la dictadura de Magloire. Pero resultó que François Duvalier (“Papa Doc”, como lo llamaban los haitianos), cuyo gobierno fue el más duradero de la historia de ese país, resultó ser un déspota más represor aún.
La república de Haití no había tenido precisamente un destino de rosas después de haberse separado de Francia tras una cruenta guerra de independencia en 1804. Con poca tierra cultivable y marcada por un siglo o más de esclavitud, Haití fue gobernada por una sucesión de gobiernos de élites que vivían de manera obscenamente lujosa mientras la gran mayoría de la población vivía sumergida en una enorme pobreza.
Varias dictaduras se alternaron con breves épocas de democracia y con una ocupación militar de EEUU, que duró desde 1915 hasta 1934 y que bajo la habitual intención declamada de mantener el orden interno del país, vigilaba también los intereses de las inversiones norteamericanas en Haití.
Pero volvamos a Duvalier: una vez afirmado en el poder, prometió derrocar a la antigua clase dirigente (compuesta en su mayoría por mulatos), desarmar sus chanchullos y doblegar al ejército represor. Sin embargo, después de evitar un golpe de Estado en 1958, Papa Doc creó una fuerza de seguridad, los “Tonton Macoutes” (“los hombres del saco”), una especie de policía secreta y milicia personal, que sembró un terror mucho peor. Bajo el gobierno de Papa Doc se desarrollaron las prácticas del vudú; los Macoutes se aprovecharon de eso y convencieron a buena parte de la población (de un paupérrimo nivel de instrucción y educación) de que los Macoutes eran sobrenaturales e invulnerables. Vestidos de campesinos y con sus infaltables anteojos oscuros, los Macoutes torturaron y asesinaron gente a voluntad y en serie.
Duvalier fue exterminando y expulsando a sus enemigos de manera inmisericorde, y cuando ya todos sus rivales estaban muertos o exiliados él y su gente acapararon la riqueza del país. En 1964, cuando Haití ya se encontraba en un aislamiento diplomático tan notable como grave, Papa Doc se declaró “presidente vitalicio”, adoptando esa figura clásica del gran padre protector y benefactor de su pueblo.
François Duvalier gobernó Haití hasta 1971, cuando traspasó su título de presidente vitalicio a su hijo Jean-Claude, de 19 años, que de vitalicio no tenía nada, empezando por la edad. Papa Doc murió por complicaciones de su diabetes el 21 de abril de 1971; al día siguiente su hijo Jean-Claude, ahora Baby Doc, ya asumía el poder. Para qué perder tiempo con formalidades legales.
En el inicio de su gobierno, Jean-Claude Duvalier liberó a unos cuantos presos políticos, disminuyó algunas restricciones a la prensa y parecía recuperar para la población algunos derechos civiles que los haitianos se habían acostumbrado a perder. Estos movimientos iniciales fueron bien vistos en el contexto internacional, y una masiva ayuda extranjera se acercó a Haití. Sin embargo, ese veranito no pudo contrarrestar la debacle económica causada por la grotesca corrupción y la mala administración.
Jean-Claude se casó con Michelle Bennet, una joven mujer proveniente de una familia mulata de la élite haitiana (una clase odiada, cuyos antiguos privilegios habían sido restringidos años atrás por Papa Doc). Baby Doc y su esposa despilfarraron los más bien escasos fondos públicos de Haití, de por sí uno de los países más pobres del mundo a lo largo de la historia. El resentimiento popular se fue haciendo sentir cada vez más, se convirtió en rabia y, como era de esperar, la represión se intensificó.
En 1984 empezaron los disturbios graves. Duvalier, presionado por EEUU, hizo una enmienda a la constitución para legalizar los partidos políticos, proscriptos desde hacía muchísimo tiempo. Sin embargo, eso no acercó a Haití a elecciones libres; la intimidación violenta de los Tonton Macoutes creados por Papá Doc echó por tierra el referendum de 1985, con lo cual no hubo elecciones. Las manifestaciones proliferaron por todo el país y fueron contrarrestadas y dispersadas a balazos. Por supuesto, en medio de ese caos, las inversiones extranjeras se fueron y la pobreza aumentó aún más.
En 1986, EEUU siguió presionando y le advirtió a Baby Doc que no contaría con su apoyo. Así, después de 29 años, terminaba la dinastía Duvalier. La noche de febrero en la que un alzamiento militar expulsó del país a Jean-Claude Duvalier, el dictador hizo esperar durante dos horas a sus escoltas estadounidenses en el aeropuerto, mientras él terminaba de celebrar una fiesta (de despedida, se supone) en su casa. Esa arrogancia frívola que caracterizó a su gobierno la mantuvo hasta el último minuto de su dictadura. Baby Doc huyó a Francia.
La consiguiente explosión de furia llevó a que fueran linchados decenas de Tonton Macoutes, que ya no parecían tan invulnerables, mientras eran saqueadas las propiedades de los partidarios de Duvalier y hasta el mausoleo familiar. El jefe de la junta militar que tomó el poder luego de la huida de Baby Doc, el teniente general Henry Namphy, hizo un llamado a calmar los ánimos, prometió elecciones y aseguró su “compromiso con los derechos humanos”. Sin embargo, la libertad republicana tardaría aún en llegar y no duraría demasiado tiempo.
Los haitianos votaron en 1988, pero el candidato ganador fue derrocado seis meses después. Namphy volvió al poder, pero fue derrocado a su vez por el teniente general Prosper Avril, cuyas tropas se unieron a los ahora renovados Tonton Macoutes, y juntos perpetraron una nueva orgía de terror y vandalismo. Avril, presionado por EEUU, dimitió en 1990, y el presidente provisional Ertha Pascal-Trouillot convocó entonces a las primeras elecciones realmente libres en Haití, en las que ganó el sacerdote de izquierda Jean-Bertrand Aristide.
Duvalier y Michelle Bennett se divorciaron en 1990, y la mayor parte de la fortuna de Jean-Claude Duvalier quedó en manos de Bennett. Meses después Jean-Claude conoció a Veronique Roy, nieta de Paul Eugene Magloire, el dictador anterior a su padre (todo queda en casa, siempre). En 2007, Baby Doc pidió perdón públicamente al pueblo haitiano por las atrocidades cometidas durante su régimen (qué tierno), pero pocos haitianos le creyeron. En 2011, después de 25 años, Jean-Claude Duvalier volvió a Haití, pero fue procesado por los crímenes cometidos durante su dictadura recién en 2013. En 2014 murió en Puerto Príncipe de un infarto de miocardio a los 63 años.
Nunca estuvo en la cárcel.