No todo tratamiento médico tiene demostrada su efectividad científicamente y hay tratamientos médicos cuya efectividad no ha podido ser confirmada por el análisis estadístico pero subsisten y son de uso extensivo, gracias a la mitología popular y al auspicio no siempre bien intencionado de profesionales de la medicina.
Un claro ejemplo es el Dr. John Harvey Kellogg (1852-1943), cuyo nombre quedó inmortalizado en los célebres cereales que aseguraban a aquel que los consumiese una larga vida.
El Dr. Kellogg estaba interesado en dos temas: la eugenesia y la evacuación de los intestinos.
Era este doctor un entusiasta de la selección de individuos que asegurasen el mejoramiento de la raza, sin embargo el Dr. Kellogg no tuvo descendencia propia… por elección. En 1879 se casó con Ella Ervilla Eaton pero el matrimonio nunca se consumó por decisión de la pareja. Vivieron en casas separadas y adoptaron 40 hijos que llevaron el apellido del doctor.
El doctor también promovía el consumo de yogur siguiendo los preceptos del Premio Nobel ruso Iliá Ilich Méchnikov. A diferencia del ruso, quien propugnaba su ingesta, Kellogg insistía en administrarlo por el otro extremo del aparato digestivo.
John y su hermano Will fundaron una empresa para producir cereales integrales. Al principio anduvo todo bien, pero los cereales sin azúcar no eran tan apetitosos. ¿Había que agregar azúcar o no?, esa era la cuestión. Will y John se trenzaron en una larga disputa. El primero quería agregar azúcar, y el segundo sostenía que la sacarosa solo alimentaba a las bacterias malas que pululan en nuestros intestinos. Esta discusión terminó con la separación de Will de la empresa familiar y creó los hoy famosos Corn Flakes que saboreamos con nuestros desayunos. Eso sí, John nunca más le volvió a hablar a su hermano.
Como el método parecía funcionar en otros males, el Dr. Kellogg prolongó sus indicaciones hacia otras afecciones multifacéticas como la cefalea y el dolor de espalda.
En la última etapa de su vida John Kellogg profundizó en un tema que lo tenía muy preocupado ya que en la autograficación onamistica (léase masturbación) veía la causa de los males que aquejaban a hombres y mujeres por igual. Los consejos para evitarla y la corrección de estos vicios merecerán un articulo ad hoc.
John Harvey Kellogg murió en 14 de diciembre a los 91 años, una edad avanzada que nos hace sospechar que en la abstinencia sexual, la ingesta de cereales y los enemas frecuentes pueden esconderse el secreto de la longevidad, aunque uno se pregunte si en esas condiciones vale la pena llegar a viejo.