Las aventuras de Rin tin tin

“¡Ahora, Rinty!”. Varias generaciones de jovencitos y muchos que ya no lo eran tanto, esperaban ansiosos esas palabras para deleitarse con las aventuras de Rin tin tin y el cabo Rusty. ¿De dónde salió esa estrella? ¿Cómo había desarrollado esas dotes histriónicas y esas habilidades que cautivaron al público?

La historia nació durante la Primera Guerra Mundial, cuando el soldado Lee Duncan encontró una perra pastora que acababa de dar a luz a cinco cachorritos entre las ruinas de una ciudad alemana. Duncan se quedó dos para él y los demás los repartió en el regimiento. Los únicos en sobrevivir fueron los suyos, a los que les puso los nombres de las marionetas que los niños franceses regalaban a los soldados americanos, Rinty y Nannette.

Asombrado por la capacidad de aprendizaje de sus mascotas, el soldado quiso saber más sobre las formas de entrenamiento que usaban los alemanes con sus perros, a punto tal de entrevistarse con un entrenador prisionero.

Al finalizar la guerra, Duncan volvió a Estados Unidos con sus perros, pero Nannette murió a poco de llegar. Decidido a hacer famosa a su mascota, viajó a Los Angeles con el fin de mostrar las habilidades de Rin tin tin en todos los estudios de cine. Ninguno se mostró muy interesado.

Una tarde, cuando ambos vagaban por los sets en busca de una oportunidad, vio como filmaban una y otra vez sin éxito, una escena con un lobo. Entonces, Duncan se acercó con Rin tin tin y les dijo que su perro podía lograr la escena en una sola toma. Luego de mucho insistir, le permitieron hacer su parte y la toma salió perfecta.

Ese fue el comienzo artístico de Rin tin tin. Sus películas fueron un verdadero éxito que salvó de la bancarrota a la Warner Bros. El perro de Duncan filmó veintiséis películas para ese estudio, hasta que un fatídico viernes 10 de agosto, sorpresivamente, nuestro héroe canino murió antes de comenzar a filmar una nueva película.

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Rin-tin-tin y Lee Duncan
Rin-tin-tin y Lee Duncan

Ante la desgracia y con toda la película para filmar por delante, Duncan eligió a uno de los hijos de Rin tin tin como reemplazante. Sin embargo le pareció que todavía no estaba lo suficientemente maduro para enfrentar las cámaras y antes de que comenzaran las grabaciones lo llevó de gira por el país para que tomara contacto directo con su público. De esta manera, el heredero se convirtió en el primer perro en subir a un vuelo de línea (otros perros ya habían volado: el Barón Rojo, el célebre as del aire alemán, llevaba a su gran danés como copiloto en algunos de sus raids). Muy pronto Rin tin tin Jr. se ganó el corazón de los americanos. Al igual que su padre, recibía diez mil cartas por semana.

Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, Duncan quiso servir nuevamente a su patria, pero una vieja herida se lo impidió. Entonces le propuso al ejército adiestrar animales para que colaboraran con los equipos de rescate, oferta que fue aceptada. Para el final de la guerra, no menos de cinco mil perros habían sido entrenados bajo la tutela de Duncan y Rin tin tin Jr, quien fue elevado al grado de oficial del ejército de Estados Unidos de Norteamerica, ¡con número de registro gravado en una pata!

Con la intención de mejorarar sus animales, Duncan compró a un nieto de Víctor Odin von Buescher Schloss, quizás el pastor alemán más premiado de la raza. Justamente este Rin tin tin II y otro de sus hijos, llamado Rin tin tin IV (que tampoco era descendiente del Rin tin tin original que llegó de Francia con Duncan) fueron los que filmaron la serie de televisión que le dio fama internacional, entre los años 1954 y 1959.

Lee Duncan murió de un cáncer óseo en 1960. Actualmente la descendencia de Rin tin tin está supervisada por la Sra. Herefor. Todas las recaudaciones de estos perros van a una fundación para asistencia de niños enfermos. Ella nos asegura que siempre habrá un Rin tin tin.

TEXTO EXTRAÍDO DEL LIBRO “ANIMALITOS DE DIOS” (Olmo Ediciones)

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