La ejecución de Martha Place

Martha “Mattie” Garretson había nacido en New Jersey, en el año 1849. De joven sufrió un traumatismo craneano que, según su hermano, le dejó secuelas, ya que desde entonces padeció trastornos mentales.

Sin embargo esta inestabilidad psíquica no le impidió encontrar marido, el Sr. William Place, un viudo con una hija, la Ida. La intención de Mr. Place era que Martha lo ayudase a criar a su hija. El matrimonio se mudó a Brooklyn, donde la conducta de Martha se volvió errática, evidenciando los celos que sentía por Ida. Por lo menos una vez amenazó con matarla, razón por la cual Mr. Place debió llamar a la policía.

El 7 de febrero de 1898 los temores de Mr. Place se hicieron realidad, cuando al entrar a su hogar, Martha lo atacó con un hacha. Logró huir y volvió con la policía. La escena que presenció era de terror: presa de una gran ansiedad, con la cabeza tapada por un velo, diciendo incoherencias mientras permanecían abiertos los picos de gas de la casa.

En la planta superior estaba el cuerpo exánime de Ida, de 17 años, yaciendo sobre su cama con la cara desfigurada por ácido. Según los forenses había sido asfixiada pocas horas antes.

Durante el juicio, Martha insistió en su inocencia aunque toda la evidencia estaba en su contra. Su marido fue el principal testigo. A pesar de los signos de inestabilidad mental, el juez la condenó a morir en la silla eléctrica.

Hubo varios pedidos de clemencia. Hasta entonces ninguna mujer había sido condenada, pero Theodore Roosevelt, por entonces gobernador de New York, se negó a conmutar la sentencia. Martha pasó sus últimos días en la prisión de Sing Sing.

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A fin de no ofrecer un espectáculo impropio con la muerte de esta mujer, el verdugo modificó la forma de colocar los electrodos. El encargado de ejecutarla fue Edwin Davis, el verdugo de New York especializado en sillas eléctricas. Entre 1890 y 1914, Davis ejecutó a 240 convictos. El primero había sido William Francis Kemmler, un asesino alcohólico que mostró una calma inusitada antes de la ejecución: “voy a un buen lugar y estoy listo para el viaje”, dijo a aquellos que estaban presentes en su ejecución. Sin embargo el “viaje” tuvo unos problemas. A pesar de haber sido probada la descarga en caballos, el primer shock de mil voltios no llegó a matar a Kemmler; seguía respirando. Al constatar Davis que continuaba con vida, rápidamente descargó 2000 voltios durante 17 segundos. Según el reportero del New York Times, el cuerpo del reo despidió un fuerte olor a quemado.

Cuando Davis ejecutó a Martha Place ya tenía suficiente experiencia para que la señora abandonase inmediatamente este mundo sin mayores problemas. Martha fue enterrada en el cementerio de East Millstone, New Jersey.

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