Hans y Sophie Scholl: ejemplos perdurables de coraje civil

El 15 de febrero de 1943, poco antes de la medianoche, tres jóvenes caminaban hacia el centro de la ciudad de Múnich. Eran Hans Scholl, Alexander Schmorell y Willi Graf, y los tres pertenecían al grupo “Weiße Rose” (La rosa blanca), que luchaba en la resistencia contra Adolf Hitler y su régimen. Por eso llevaban consigo miles de volantes que denunciaban con palabras claras la dictadura nazi y sus crímenes. Pero Scholl y Schmorell tenían una idea aún mejor: protegidos por la oscuridad escribieron “Abajo Hitler” en negro sobre la fachada de la cancillería bávara, además de “Hitler genocida”. En su casa de la calle Franz-Joseph-Straße 13, Sophie, la hermana menor de Hans Scholl, esperaba el regreso de los tres jóvenes.

El camino hacia la resistencia

Cuando los nazis tomaron el poder, en 1933, Hans y Sophie Scholl vivían con su familia en la tranquila ciudad de Ulm. Ambos iban todavía a la escuela. Hans nació en 1919 y su hermana, Sophie, en 1921. Eran cinco hermanos, y Robert Scholl, el padre, se ganaba la vida como asesor fiscal. De tendencia liberal, Scholl no estaba de acuerdo con el régimen nacionalsocialista. Junto con su esposa, Magdalena, trató de educar a sus hijos en el marco de la moral y la tolerancia cristianas. Pero sus hijos estaban fascinados con el nazismo. La “Juventud Hitleriana” acogió a Hans Scholl, que hizo carrera allí rápidamente. A los 16 años ya comandaba a 160 jóvenes de Hitler. También su hermana menor, Sophie, simpatizaba con los nazis e ingresó a la “Asociación de Muchachas Alemanas”, la rama femenina del movimiento juvenil nazi. También llegó pronto a ocupar una posición de liderazgo y, según un testigo de la época, “estaba entusiasmada y era fanática del nacionalsocialismo”.

Pero en 1942, Hans y Sophie Scholl ya no creían en Hitler. Los hermanos notaban cada vez más que su fe cristiana y sus convicciones éticas no correspondían con los objetivos del régimen nazi. Hans Scholl llegó a la conclusión de que debía hacer algo contra la dictadura criminal de Hitler. En 1942 fue llamado a luchar en el frente oriental. Allí vio con sus propios ojos la crueldad de la guerra. Además, lo preocupaba profundamente el destino de los judíos perseguidos y deportados.

“Viva la libertad”

En la Universidad de Múnich se había formado en 1942 un pequeño grupo en torno a Hans Scholl que le había declarado la guerra al nazismo. Además de los cuatro estudiantes de medicina Hans Scholl, Christoph Propst, Alexander Schmorell y Willi Graf, también el profesor de filosofía Kurt Huber se unió al grupo. Sophie Scholl los siguió en mayo de 1942, cuando se mudó a Múnich para estudiar Biología y Filosofía.

El grupo enviaba sus prospectos, los “Volantes de la Rosa blanca”, por correo, los repartía en casetas de teléfono o sobre los autos aparcados en la calle. Pero los volantes se difundieron, a través de amigos y conocidos, más allá de Múnich, llegando también a su ciudad natal, Ulm. “Cada palabra que sale de la boca de Hitler es mentira”: era el sexto volante de La rosa blanca e iba a ser el último. El 18 de febrero de 1943, Sophie repartió, junto con su hermano Hans, los folletos en la Universidad, y cuando ambos ya los habían repartido en los lugares más importantes, Sophie Scholl decidió subir las escaleras hasta lo alto del atrio y lanzar los últimos folletos sobre los estudiantes. Allí fue vista por un conserje que era miembro del partido nazi. Los hermanos fueron detenidos y agentes de la Gestapo los sometieron a interrogatorio. Incluso en esa situación desesperada, Hans y Sophie Scholl demostraron valentía diciéndoles en plena cara que “no querían tener nada que ver con el nazismo”. El peso de las pruebas era aplastante. El 22 de febrero de 1943, el denominado “Tribunal Popular” (Volksgerichtshof), bajo la presidencia de Ronald Freisler, emitió tres sentencias de muerte contra Hans Scholl, Sophie Scholl y Christoph Propst. Ese mismo día fueron ejecutados. Las últimas palabras de Hans Scholl fueron: “¡Viva la libertad!”.

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Busto de Sophie Scholl en la Universidad de Múnich, el lugar donde fue detenida en 1943.

Busto de Sophie Scholl en la Universidad de Múnich, el lugar donde fue detenida en 1943.

Ejemplos de moral

“Ellos nos hacen pensar que no todos los alemanes de esa época eran colaboradores mudos y cobardes del régimen nazi”: así resumió el entonces presidente alemán Joachim Gauck la importancia de los hermanos Scholl y del movimiento “La rosa blanca” en 2013. En el cuarto folleto escribieron: “No callaremos. Somos su mala conciencia. ¡La Rosa blanca no los dejará en paz!”. Esas palabras siguen teniendo validez hasta ahora. Los hermanos Scholl y sus amigos tuvieron el valor de luchar por sus convicciones y oponer resistencia al nazismo. Así de valientes eran solo pocas personas en esa época.

Hasta hoy, los hermanos Scholl siguen siendo honrados por su valentía. Casi todas las ciudades alemanas cuentan con una escuela que lleva su nombre, y Hans y Sophie están presentes en los nombres de las calles y las plazas del país. El “Premio de los Hermanos Scholl” es uno de los premios más relevantes de la literatura alemana.

Texto publicado originalmente en dw.com

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