Fangio, antes de la gloria

Podría decirse que todo, o casi todo, se ha escrito respecto a la vida y trayectoria deportiva del quíntuple campeón mundial de automovilismo Juan Manuel Fangio.

Por consiguiente es interesante poner una atención especial sobre los tiempos en que quizás ni se soñara semejante proyección internacional y en que se transformaría en un ídolo de los mayores para todos los argentinos.

Es que previo a la trascendencia mundial, Fangio forjó una estrecha relación con toda la región que incluyó no solo su actividad deportiva sino también una fuerte presencia comercial que le significó relaciones muy estrechas en distintos lugares.

Incluso esos aspectos estuvieron precedidos por un acontecimiento del que fue protagonista su padre, Loreto Fangio.

Siendo este menor de edad, hizo abandono de su hogar en Balcarce y se conchabó como empleado en el establecimiento agropecuario conocido como Campo Caride, en proximidades del paraje La Tigra, a corta distancia de la planta urbana de Tres Arroyos.

Su madre, es decir la abuela del campeón, lo mandó a buscar y la policía lo restituyó a su familia.

Ya de vuelta se dedicó a algunos aspectos de la construcción, formó su hogar con Herminia Déramo y tuvieron sus hijos, entre ellos Juan Manuel.

Muchos años después, don Loreto visitaría nuevamente el campo donde trabajara, acompañado por quien ya era un ídolo quien piloteaba un automóvil Torino.

Era buen futbolista “el Chueco”, pero para contribuir con la familia, trabajó primero como aprendiz de herrero y luego como mecánico.

El cincuentenario

En 1986 se desarrolló en Benito Juárez una fiesta para celebrar los 50 años del debut en competencias automovilísticas.

Fue organizado por el club Alumni, de esa ciudad, con la presencia de destacados dirigentes y automovilistas de toda la región. Fangio tenía por entonces 75 años.

Entre los muchos asistentes se encontraba Juan Manuel Bordeu, por entonces presidente de la Fundación Fangio.

Ambos estuvieron conjuntamente en visitas a Tres Arroyos en algunas ocasiones, mientras que Bordeu lo hacía con frecuencia pues tuvo mucho tiempo una relación sentimental con una joven de este medio. Obviamente, antes de su formalización con Graciela Borges.

La ocasión del encuentro mencionado fue oportuna para recordar el debut que hiciera en B. Juárez con un Ford A prestado y con el seudónimo Rivadavia, nombre del Club donde practicaba fútbol y donde le asignaron el apodo de El Chueco.

Dos años después de su iniciación en las competencias, participaría de la denominada “trágica de Tres Arroyos”, en 1938, en la que habría varios muertos y Fangio saldría indemne. A Tres Arroyos había llegado en 1937, se había alojado en el Hotel La Catalana, de Más y Roig, entablando una amistad que se sostendría para siempre.

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Fangio con los dueños y empleados  del Hotel La Catalana, además de familiares de los mismos. Los  propietarios eran Bartolomé Roig y Andrés Mas. El establecimiento  continúa funcionando de la mano de familiares de aquellos pioneros.
Fangio con los dueños y empleados del Hotel La Catalana, además de familiares de los mismos. Los propietarios eran Bartolomé Roig y Andrés Mas. El establecimiento continúa funcionando de la mano de familiares de aquellos pioneros.

 

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La Segunda Guerra Mundial

En abril de 1942 disputó la última carrera antes de la interrupción generada por la conflagración mundial. Fue una competencia de Mar y Sierras que partió de Mar del Plata, pasando por Tandil, Tres Arroyos, bajando para Orense por el camino del paraje Hueso Clavado, para continuar hacia Necochea y Mar del Plata.

Para Orense fue un acontecimiento especial. A la altura del campo La Celina, de Beguerie, Fangio debió cambiar un neumático y la competencia era encabezada por el necochense Domingo Alcuaz.

Afirman que este abandonó la competencia para ir a una jineteada, que ganaría. Otros dicen que en realidad había tenido problemas mecánicos. Fangio se consagraría.

Fuera de lo deportivo, se dedicó a la venta en toda la zona de cubiertas pantaneras para los jeeps, importadas, en un contexto de gran escasez.

Recalaría así en la gomería de Albarello, por entonces en pleno centro de Tres Arroyos, conociendo también a los hermanos Volponi, consolidando una estrecha relación y colaboración en cuestiones mecánicas.

Hacia 1945/46 se abocó a la venta de camiones rezagos de la guerra Studebaker, de 3 diferenciales.

Uno de ellos lo vendió en la estancia El Médano, de la familia Vassolo. Allí quedó admirado por un gran taller con toda la tecnología que se había montado en un gran galpón con forma de herradura.

Fangio había llegado en una cupé Chevrolet 1939, cruzándose chanzas con Basilio Vassolo, hincha de Ford y de los Gálvez.

Piloteó un Ford A que alcanzaba 110 kilómetros por hora e intentó probar la efectividad del camión que ofrecía en la laguna “Vasco Antonio”, en el marco de gran jolgorio de todos los presentes.

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En las localidades

Una sólida relación comercial establecería con el señor Domingo Uzcudun, quien tenía un taller mecánico y anexos en la localidad de San Francisco de Bellocq.

Era un inmigrante español llegado al país antes de 1900, que formó una familia y algunos de sus hijos también se dedicaron a la mecánica pasando de una modesta estructura en Tres Arroyos hasta proyectarse de manera muy significativa.

La familia Uzcudun mantuvo el taller en aquella localidad hasta 1951.

También tuvo una relación personal con el señor Isaac Vaskoboinik, un empresario barraquero de Copetonas, con establecimiento de campo y una bodega envidiable.

Fue un fomentista a ultranza participando de instituciones diversas.

Por alguna razón llegó a ser propietario de “la negrita” un automóvil que Fangio había corrido en los primeros tramos de su carrera deportiva. Lo guardaba, y allí estuvo varios años, en el galpón de la barraca en Copetonas.

En determinado momento Fangio lo contactó para pedir que lo cediera al museo de Balcarce.

Vaskoboinik se negó a cederlo, pero en cambio acordó su venta pues ese dinero se destinaría a beneficio de instituciones de la localidad.

El rodado fue efectivamente incorporado al patrimonio del mencionado museo.

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                 Esta nota fue escrita merced a los aportes de los señores Juan Pablo Pérez Vassolo y Alberto Deramo. Foto de correspondencia que Fangio tuvo con el señor Deramo.
Esta nota fue escrita merced a los aportes de los señores Juan Pablo Pérez Vassolo y Alberto Deramo. Foto de correspondencia que Fangio tuvo con el señor Deramo.

 

 

 

Contacto del autor de esta nota: oealonso49@gmail.com

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