De las cuarenta y cinco personas que volaban en el avión, trece murieron en el accidente. Cuatro más fallecieron al día siguiente y al octavo día murió otra más (Susana Parrado).
Los veintisiete restantes debieron soportar las extremas temperaturas que se viven en el Glaciar de las Lágrimas, así llamado el lugar donde se estrella el avión. Éste se ubicaba en Mendoza (Argentina) a escasa distancia de la frontera con Chile.
El 29 de octubre a las 23 horas se produjo un alud que sepultó los restos del avión. Ocho personas más murieron en el siniestro. A lo largo del próximo mes murieron tres personas más por infecciones de las heridas.
A pesar de la juventud de los sobrevivientes (entre 19 y 27 años), estos se organizaron para disponer inteligentemente de los medios que contaban.
La sobrevida de estos jóvenes se debió a la decisión de disponer del cuerpo de sus compañeros. si bien no quisieron tocar el tema al principio (como verán en el video), lo admitieron e hicieron alusión al ejemplo de Cristo, que entrega su cuerpo a sus hermanos en la fe.
Después de varios intentos de buscar ayuda, para comienzos de diciembre decidieron que los tres más fuertes de los dieciséis sobrevivientes, emprendiesen el camino de descenso. Después de discusiones, desconociendo donde estaban (Argentina) optaron por caminar hacia el Oeste, a territorio chileno. No sabían que si lo hubiesen hecho hacia el Este podrían haber llegado antes a la civilización. Después de diez días de marcha, y habiendo recorrido 57 Km. logran contactarse con un arriero que dio aviso a los carabineros.
Fue Parrado quien condujo la búsqueda con helicópteros chilenos. Tardaron dos días en poder trasladar a los catorce sobrevivientes. Los restos de las víctimas fueron enterradas a 800 metros del siniestro, bajo una cruz de metal que dice “Más cerca, oh Dios, de ti”.
El Glaciar de las Lágrimas se ha convertido en un lugar de peregrinación a 3.600 metros de altura. Muchos visitantes dejan recuerdos, entre ellos, pelotas de rugby.