El retrato de Cristóbal Colón

Los argentinos nos hemos peleado por Cristóbal Colón, hemos llegado de dividir al país por su estatua. Tuvimos juicios, traslados, decretos, más reclamos, más decretos, peritajes, etc., etc., etc. Hemos volcado torrentes de tinta sobre el navegante, desde maldiciones hasta panegíricos, pasando por acusaciones de esclavista (que lo era) hasta loas por sus condiciones de navegante (que también las tenías). Nos desgarramos las vestiduras con proclamas y grandes titulares… aunque nadie está seguro de cuales eran las facciones del gran almirante o si coinciden con las que están retratadas en el monumento de Arlando Zocchi (motivo de tantas discordias) o en la iconografía existente que ilustra los libros de textos de nuestra infancia.

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La única descripción que existe pertenece a uno de sus dos hijos (ambos de distintas madres), Fernando, quien dijo que su padre era un hombre vigoroso, alto de estatura, con barba y cabello rubio, ojos azules y complexión armónica.

Parece ser un hombre vigoroso el de la estatua. No podemos decir que sea alto porque no hay parámetros, aunque los criterios de altura van variando con la época. Por ejemplo, la armadura del Príncipe Negro de Inglaterra, conocido como el hombre más alto de su tiempo, esta confeccionada para un 1.80 m.

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En la iconografía habitual y en nuestro monumento, Colón aparece afeitado, pero, sabemos, que para un marinero en alta mar no es fácil afeitarse, sobretodo en esos cascajitos en los que navegaban.

¿Existe algún retrato fehaciente del gran almirante? Pues así parece, y se dice que ese retrato lo realizó, nada más y nada menos, que Tiziano Vecellio (1488 – 1576), reconocido entre sus contemporáneos como “el sol entre las estrellas” en alusión a la frase del Dante.

Tiziano era un pintor veneciano que trabajó para varios Duxes y los duques de Ferrara y Mantua, algunos Papas y el hombre más poderoso de su tiempo, Carlos I de España, nieto de los Reyes Católicos.

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Retrato ecuestre del emperador <b>Carlos I de España</b> (1500-1558), que aparece llevando la armadura que usó en la batalla de Mühlberg, librada en 1547 y en la que el emperador derrotó aplastantemente a los protestantes alemanes.</p>
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Retrato ecuestre del emperador Carlos I de España (1500-1558), que aparece llevando la armadura que usó en la batalla de Mühlberg, librada en 1547 y en la que el emperador derrotó aplastantemente a los protestantes alemanes.

Este retrato de Colón fue hallado en 1890 por un experto napolitano llamado Cannavina quien lo descubrió oculto tras otra pintura. La familia de Bologna que poseía dicho retrato desde los tiempos de Tiziano, temía que fuera robada por los franceses, cuando Napoleón invadió la Península en 1790, llevándose todo objeto de valor y especialmente obras de arte, que más tarde lució en el Museo del Louvre.

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¿Era este hombre Colón? Según Cannavia y un conocido crítico llamado Alexander d’Agiout, no había dudas al respecto ya que existía un consenso unánime entre los especialistas de entonces. Para ellos, según la tradición, este era el gran navegante.

En el retrato, el supuesto Colón aparece con barba rubia y con una mesa llena de instrumentos marinos. Sin embargo, no hay otro signo identificatorio ni aclaración.

¿En qué se basaron para decir que este hombre era Colón? Pues, en ciertos instrumentos que Fernando de Aragón le había regalado al descubridor de América y en el perro que figura a su pie, un Habana español (o Bichón habanero), animal erróneamente dado como originario del nuevo mundo pero que fue muy popular en Cuba, donde también se lo llamaba “faldero”.

El cuadro habría sido realizado a principios del siglo XVI y el artista (¿era Tiziano? Pues no hay referencias a esta obra en la biografía del artista) retrató a un Colón algo más joven de la edad que entonces habría tenido el almirante (una licencia que los artistas se daban entonces… y hoy).

Obviamente, quedan muchas dudas sobre el origen de este retrato y su parecido con Colón, de hecho no existe una prueba fehaciente de que el marinero y el pintor se hayan cruzado, aunque existiera un remoto vinculo entre ambos, ya que Tiziano, al parecer, fue una de las primeras víctimas del mal que los españoles introdujeron en Europa, la sífilis.

A pesar de las disputas, los libros, los numerosos monumentos que lo recuerdan, Cristóbal Colón continua navegando por los mares de la incertidumbre.

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