Dios y la proyección humana

Filósofo alemán, nacido en Landshut. Comenzó estudios teológicos en Heidelberg para proseguirlos luego en Berlín, pero finalmente se dedicó a la filosofía atraído por las enseñanzas de Hegel. En 1829 comenzó a ejercer como profesor. Sus Pensamientos sobre la muerte y la inmortalidad (1830), le costaron la cátedra, por las tesis anticristianas que allí exponía. Su segunda obra, La esencia del cristianismo (1841) tuvo gran éxito. Aparecieron luego en rápida sucesión sus otros escritos: Tesis para la reforma de la filosofía (1843), Principios de la filosofía del futuro (1844), La esencia de la fe según Lutero (1844, en la que reconoce al protestantismo un efecto emancipador en el plano práctico), La esencia de la religión (1846), Teogonía (1857), Lecciones sobre la esencia de la religión (1851). Pasó los últimos años de su vida en Rechenberg mientras preparaba la edición de sus obras y se ocupaba de ciencias naturales.

Feuerbach comienza su trayectoria filosófica al servicio del hegelianismo, pero pronto se erige en portavoz de la “izquierda hegeliana” y combate el esquema que Hegel ha establecido para la realidad a partir del Absoluto. Con ello, según Feuerbach,l lo que ha hecho Hegel ha sido trastocar el verdadero orden de esa realidad, porque el mundo no es producto del espíritu, sino al contrario, la Naturaleza es la primigenia realidad. El espíritu no es más que la coronación de ese proceso ascendente de la Naturaleza. Por entender precisamente que nace del hombre, es por lo que Feuerbach arremete contra toda teología dogmática y contra la filosofía idealista, causante de la enajenación del hombre. Es necesario despertar al hombre de su sueño milenario. Para ello hay que comenzar por devolverle la posesión de la Tierra. La idea de Dios debe ser reducida y restringida al hombre, ya que “Dios no es más que la proyección de la esencia humana misma”. “Por su miedo, por su ansia de felicidad, por su deseo de inmortalidad, se forjaron los hombres sus dioses”. Todo el empeño de Feuerbach consiste, por lo tanto, en establecer un humanismo que deje atrás las adherencias de signo espiritualista. Hay que atender al hombre real, al hombre de carne y hueso, al individuo humano, sujeto a necesidades. Se trata, en definitiva, de un materialismo naturalista, que no dejó de ejercer su influencia en Marx y en Engels.

Texto extraído del sitio http://www.mcnbiografias.es/app-bio/do/show?key=feuerbach-ludwig

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