Brasil llegó al Mundial de México con Mario Zagallo, el Lobo, como entrenador. Zagallo era entrenador del Botafogo de Rio de Janeiro antes de ser nombrado entrenador del equipo nacional; había sido jugador del Brasil campeón del mundo de 1958 y 1962 y disputó dos finales del mundo como entrenador (1970, campeón, y 1974, cuarto) y fue asesor técnico en 1994 (campeón).
El plantel de 22 jugadores estaba conformado por 3 arqueros: Félix (Fluminense), Ado (Corinthians) y Leao (Palmeiras); 9 defensores: Carlos Alberto (Santos), Brito (Cruzeiro), Wilson Piazza (Cruzeiro), Everaldo (Gremio), Marco Antonio (Fluminense), Fontana (Cruzeiro), Zé María (Portuguesa), Joel Camargo (Santos), Baldochi (Palmeiras); y 10 mediocampistas y delanteros (iban y venían por todos lados): Clodoaldo (Santos), Gerson (Sao Paulo), Rivelino (Corinthians), Pelé (Santos), Paulo César (Botafogo), Tostao (Cruzeiro), Jairzinho (Botafogo), Roberto (Botafogo), Edú (Santos) y Darío (Atl. Mineiro).
Los jugadores que entraron a disputar los seis partidos disputados en el torneo fueron casi siempre los mismos: Félix; Carlos Alberto (capitán), Brito, Piazza y Everaldo; Clodoaldo, Gerson, Rivelino, Pelé, Tostao y Jairzinho. Paulo César fue titular en dos partidos y Marco Antonio y Fontana en uno, así que la base fue siempre prácticamente la misma.
Los mediocampistas y delanteros no tenían puestos fijos, y si bien el equipo tenía un orden, la complementación de los roles entre ellos era tan natural como extraordinaria. De hecho, el equipo jugaba con… ¡cinco “números diez”!: Pelé, Tostao, Jairzinho, Gerson y Rivelino. Lo que hizo Zagallo fue no desperdiciar a ningún jugador talentoso, y lo que hicieron los jugadores fue hacer honor a esa confianza y desarrollar su inmensa calidad sin egoísmos. Jairzinho era veloz y tenía una gran gambeta, así que jugó de delantero y por las dos puntas; Tostao tenía una sutileza y una capacidad de jugar a un toque insuperable, así que jugó de falso nueve para asistir a los volantes que llegaban de frente y desde atrás; Gerson era un gran lanzador, así que jugó algo más retrasado, cerca de Clodoaldo; Rivelino tenía un cañón en la zurda y mucho recorrido, así que jugó de ida y vuelta por la izquierda; y Pelé… bueno, Pelé era excelso, tenía todo, jugó libre y generó cosas imposibles, nunca vistas hasta entonces.
Brasil jugó los primeros cinco partidos en Guadalajara y la final en el estadio Azteca, pero daba lo mismo dónde jugaran; pocas veces (o nunca) se vio una diferencia tan grande entre un seleccionado y sus rivales en un Mundial. Brasil ganó los 6 partidos que jugó, cosa que ningún campeón pudo lograr salvo el mismo Brasil en 2002, en el que ganó sus 7 partidos (Uruguay en 1930 e Italia en 1938 también ganaron todos sus partidos, pero sólo se jugaron 4).
El camino empezó contra Checoslovaquia, y empezó perdiendo ya a los 11′. A los 24′ empató con un cañonazo de zurda de tiro libre de Rivelino y un rato después Pelé hizo su primera maravilla del torneo con un tiro desde atrás de mitad de cancha que salió astillando el poste mientras el arquero checo corría desesperado. En el inicio del 2do tiempo Gerson sacudió el poste, y a los 59′ el mismo Gerson en media cancha pone un pase de zurda largo y perfecto a Pelé, que salta en el área con una plasticidad sublime, en el aire acolchona el pase con el pecho depositando la pelota muerta a la distancia justa de su majestuosa derecha para fulminar al arquero (2-1). Dos minutos después, Gerson hace, desde el mismo lugar, exactamente el mismo pase hacia exactamente el mismo lugar (!!) pero esta vez a Jairzinho, que también salta, la para con el pie en el aire, le hace un sombrerito al arquero y define con el arco libre. Brillante. Cerca del final, Pelé se la da a Jairzinho, que gambetea en velocidad a dos defensores como si fueran conos y define cruzado al segundo palo. Fútbol precioso.
El partido más difícil del torneo fue el segundo, contra Inglaterra, que era el defensor del título y en el que jugaban Bobby Charlton, Bobby Moore, Ball, Wright, Peter y el gran arquero Gordon Banks, que salvó a Inglaterra de perder por más goles. El partido fue muy parejo, y Félix (un buen arquero bajo los tres palos pero flojo saliendo) tuvo bastante trabajo también. En el 1er tiempo Pelé cabeceó en forma irreal (el mismo cabezazo con el que haría el primer gol de la final) apenas desviado, y en el 2do tiempo la belleza del gol brasileño pagó la entrada: Tostao (un verdadero genio del fútbol, un hombre que se deslizaba en vez de correr) tira un caño y una gambeta dentro del área, gira de manera casi imposible mientras se sienta en el aire y se la pone en el pie a Pelé, que hace un toquecito suave, de patio de colegio (“tomá y hacelo”) para que Jairzinho le pegue de primera a una pelota dormida; una asistencia sublime, igual a la que le dio a Carlos Alberto en el cuarto gol de la final. Golazo, 1-0 y triunfo.
El tercer partido, contra Rumania, Brasil debió ganarlo mucho más holgadamente, por la cantidad de goles que se perdió y el baile que les pegó a los rumanos. Se cansaron de hacer paredes y de divertirse, siendo Tostao el director de orquesta y Pelé el solista estrella, mientras Clodoaldo, que jugó de todo y en todos lados, hacía todo lo necesario para que todos los demás la pasaran bomba con las pelotas que él les daba. El primer gol, a los 19′, lo hace Pelé de tiro libre, pegándole “tres dedos”. Un animal. Tres minutos después, Jairzinho regatea con la cadera provocando a su vez la luxación de la cadera de sus marcadores, se la da a Paulo César, que se hamaca en el área (a esta altura ya los defensores no saben a dónde ir), hace un pase-centro y Jairzinho define: 2-0. Rumania se pone 1-2 en su primer ataque y termina el 1er tiempo. En el 2do tiempo, Pelé patea un tiro libre sin tomar carrera, de dorapa nomás, y casi la clava, el arquero vuela y la saca; a los 60′ las mandíbulas se desencajan porque saca Félix, Pelé la para en el círculo central con el pecho (la para es un decir, el tipo anestesia la pelota), se la da a Tostao y corre derecho, y Tostao se la devuelve en pared larga, larguísima, por arriba de dos rumanos que no entienden que juegan contra dioses del fútbol, y Pelé, entrando el área, salta con esos resortes que tiene en los botines, se la cabecea a sí mismo y define al lado del palo. Un gol inconmensurable… ¡pero el referee lo anula! Dice que Pelé hizo foul en el salto. ¡Nooo! Sólo él lo ve, no hay derecho a arruinar esa belleza. Un crimen. Pero cinco minutos después viene un centro corto al área chica, Tostao (otra vez, Tostao, un monstruo), hace un taco en el aire de espaldas (a ver si entendemos lo que hace!!) y Pelé define abajo del arco tirándose al piso con una sonrisa. El partido termina 3-2, pero debió ser 6 o 7-2, y el gol anulado debió valer doble.
Brasil está en cuartos de final y juega contra Perú. Perú tiene el mejor equipo de su historia, el que dejó afuera a Argentina en las eliminatorias. Están Teófilo Cubillas, Chumpitaz, Perico León, Gallardo, Mifflin, Challe, Gallardo, Baylón. Brasil le hace 4; pudieron hacer 3 o 4 más. A los 3′ Pelé pega un tiro en el palo, la pelota cruza el arco, Pelé va a buscar el rebote del otro lado mientras se da vuelta mirando quién viene y cuando llega a la pelota, exigido, hace un taco a ciegas para atrás, para la llegada de Tostao, que la tira arriba errando un gol increíble. Antes de los 10′ ya habían hecho tacos y toques como para que Perú tuviera y guardara. A los 11′ Tostao hace un pase atrás y Rivelino pega un zapatazo a la carrera, 1-0. A los 15′, otra maravilla: una pared desde un córner contra la línea de fondo entre Tostao y Rivelino, y Tostao la clava desde un ángulo imposible. A los 17′ Rivelino clava un bombazo desde 40 metros pero se lo anulan. Este es el partido de Tostao, magia pura. Pelé pega otro tiro en el palo, pero Perú llega una vez y pone el partido 2-1. En el 2do tiempo Jairzinho sacude otra vez el poste, a los 52′ Tostao pone el 3-1 con asistencia de O Rei, Cubillas achica a un 3-2 irreal, hay mucha más diferencia que lo que dice el marcador, y a los 75′ Rivelino le hace un hermoso pase flotado a Jairzinho que gambetea al arquero y define como si tuviera tiempo para tomarse un whisky removiendo los hielos. 4-2 y a semifinales.
En la semi llega Uruguay, que tiene buenos jugadores (Mazurckiewicz, Cubilla, Anchetta, Ubiña, Matosas, Montero Castillo, Maneiro); sólo con leer algunos de esos nombres uno se imagina que habrá patadas por todos lados, y así fue. Uruguay pegó mucho y duramente. Y empezó ganando con gol de Cubilla, luego de un grosero error de Brito en la salida. Pero a los 44′, Clodoaldo toca en mitad de cancha hacia Tostao y empieza una carrera a toda velocidad. Tostao, que sabe todo y es el más exquisito devolvedor de paredes, hace la pausa necesaria contra el lateral y le devuelve la pelota en pared a Clodoaldo, con absoluta precisión y entre dos rivales, cuando éste llega en el área. Clodoaldo define de primera, ya que el pase es tan perfecto que no tiene que acomodarse ni que controlar la pelota. 1-1. En el 2do tiempo, Pelé hace una diagonal imponente a velocidad como para destruir el arco, pero lo bajan al borde del área; un rato después, Mazurckiewicz saca bajo y rasante y Pelé, casi en mitad de cancha, devuelve ese saque algo fallido “de primera”, con un zapatazo que obliga a Mazurckiewicz a demostrar que es un arquerazo; Tostao y Pelé andan en patines, son inalcanzables; a los 76′, otra belleza: Jairzinho, en mitad de su propio campo, se la pasa a Pelé, que de primera se la da a Tostao, éste hace un medio giro simultáneamente con un pase de espaldas (cuya trayectoria es im-po-si-ble a menos que uno se rompa los ligamentos de la rodilla) para Jairzinho, que nunca detuvo su carrera, entra al área y define cruzado. 2-1, un gol impresionante, para cerrar la cancha e irse a casa ahí mismo. Casi al final, Tostao se la da a Pelé, que corre y de pronto se detiene bruscamente, como si la inercia no existiera, hace una pausa imposible y hace ese mismo maravilloso pase de pelota dormida que le hizo a Jairzinho contra Inglaterra (y hará en la final), esta vez a Rivelino que viene hecho una tromba y pone otro de sus misiles inatajables: 3-1. Pero habrá más: por primera vez en la historia del fútbol, un jugador (Pelé, quién si no él) gambetea a un arquero sin tocar la pelota; en un pase profundo, sale Mazurckiewicz, Pelé corre hacia la pelota pero sigue de largo, la pelota pasa en dirección opuesta a Pelé, el arquero queda desairado, el Mago Supremo se reúne con la pelota más allá del mismo y, forzado, la puntea apenas al lado del palo. Soberbio, imborrable (otro mago, el Beto Alonso, haría la misma jugada dos años después, exitosamente; pero el copyright es de Pelé).
Brasil en la final. Italia es el rival. Tiene buenos jugadores (Albertossi, Faccheti, Burgnich, Mazzola, Gigi Riva, Gianni Rivera), viene de hacerle 4 goles a México en cuartos y de ganarle una semifinal increíble, sin merecerlo, 4-3 a Alemania. El partido fue seguramente la final de Mundial más despareja de la historia, sólo comparable a Brasil 5-Suecia 2 en 1958. Brasil toquetea hasta con indolencia. A los 18′, Tostao hace un lateral (hace todo, este tipo), Rivelino la calza de aire y Pelé salta en forma majestuosa sacándole más de una cabeza a su marcador y frentea la pelota en dirección a la ratonera. Uno de los cabezazos más perfectos de la historia termina en el 1-0. Italia empata sin que ellos mismos se lo crean con gol de Boninsegna y el 1er tiempo es 1-1. En el 2do Italia juega con brusquedad; Pelé se pierde un gol abajo del arco, Brasil domina, hasta que a los 66′ Jairzinho dribblea y se la puntea a Gerson que mete un zurdazo glorioso desde afuera del área para el 2-1. A los 71′, Gerson hace el mismo pase (sí, el mismo) largo y perfecto que ya hizo dos veces en los dos goles contra los checos; esta vez Pelé la duerme no con el pecho sino con la cabeza, bajándosela y poniéndosela en el pie a Jairzinho, que le pega mordido pero igual es gol: 3-1. Finalmente, después de otra diagonal de Jairzinho, Pelé repite por tercera vez su pase-asistencia mágico para que su capitán, Carlos Alberto, cierre el marcador con un sablazo abajo: 4-1.
Brasil fue en 1970 seguramente el campeón más lujoso de la historia. Hicieron al menos 3 goles en 5 de los 6 partidos, marcando un total de 19 goles en 6 encuentros y venciendo en su camino al título a 3 campeones mundiales, algo sólo igualado por Argentina en 1986. Los 6 monstruos mostraron su magia de principio a fin: Pelé hizo 6 asistencias y 4 goles; Tostao, 4 asistencias y 2 goles; Rivelino, 3 asistencias y 3 goles; Jairzinho, 1 asistencia y 7 goles; Gerson, 2 asistencias y 1 gol; Clodoaldo, 1 gol.
La cantidad de tacos, caños, pases a ciegas y paredes es imposible de contar. El equipo no tiró un centro a la olla en todo el torneo, no pegó una patada, tuvo sólo 4 amonestados y ningún expulsado.
Con esos números impresionantes y un juego sublime, Brasil ganaba el tercer Mundial de su historia.
Un campeón inolvidable.