El sueño de Florence Foster Jenkins. Y lo hizo realidad, cantó durante 30 años. Aunque eso sí, lo hizo ganándose el título de “la peor cantante de ópera de la historia”.
Y no solo eso. Dos películas se inspiraron para contar su historia.
Marguerite, con Catherine Frost, se estrenó en 2015 y Florence Foster Jenkins, con Meryl Streep y Hugh Grant, como protagonistas.
Pero quién fue esta mujer que con un aparente poco talento hizo que su pasión prevaleciera y se mantuviera en el tiempo.
Florence Foster nació en Pensilvania, Estados Unidos, en 1868.
Si bien desde niña mostró su gusto por la música y tomó clases de piano, no tuvo el apoyo de sus padres para viajar y dedicarse a ello.
En 1885 abandonó su casa y se casó con Francis Thornton Jenkins. El matrimonio no tuvo hijos y en 1902 se divorciaron.
Sin apoyo económico, Florence Foster Jenkins no tuvo otro remedio que conseguir dinero enseñando piano.
Más tarde, conoció a Clair Bayfield, un actor con buenos contactos en el mundo del espectáculo de Nueva York, quien se convirtió en su agente, su compañero y heredero cuando ella murió en 1944.
Fortuna
Con la muerte de su padre en 1909, y al recibir una pequeña fortuna, la artista pudo cumplir su sueño de perfeccionar su voz tomando clases.
Las críticas sobre su incapacidad para seguir una melodía, su poco sentido de ritmo e imposibilidad para alcanzar los tonos de voz la llevaron a que el autor Stephen Pila la llamara “la peor cantante de ópera del mundo”.
Sin embargo, esto no le impidió a Florence construir una carrera profesional que la llevó a realizar presentaciones anuales en el hotel Ritz-Carlton, en Nueva York.
También dio recitales regulares en varias ciudades estadounidenses en la década de 1920 y 1930.
Florence elegía interpretar obras de Mozart, Verdi y Brahms, aunque en ocasiones introducía sus propias composiciones.
Además de su voz, una fuente adicional de diversión para la audiencia era que ella misma arrojaba capullos de rosas al público.
Y el vestuario que usaba para sus presentaciones también estaba diseñado por ella. Uno de ellos estaba confeccionado con tul y con dos alas doradas enormes que ella mismo nombró “El ángel de la inspiración”, según publicó The American National Biography.
Fama
Florence Foster Jenkins nunca dudó de su talento ni de sus progresos. Siguió trabajando y haciendo lo que le gustaba.
Entre 1930 y 1944, la cantante grabó 5 discos que rápidamente fueron catalogados como divertidos y se convirtieron en objetos de colección.
La artista logró el pico de su carrera un mes antes de morir, cuando actuó en el Carnegie Hall, en Nueva York, con las entradas agotadas semanas antes del espectáculo.
“Aullidos de risa ahogaron los esfuerzos celestiales de madame Jenkins. Lo que alguna vez fueron sonrisas reprimidas en el Ritz, se transformaron en rugidos descarados en Carnegie”, escribió la revista Newsweek, en 1944.
Florence Foster Jenkins murió en noviembre de ese mismo año de un paro cardíaco, en Nueva York.
Y lo hizo después de décadas en que mantuvo firme su deseo de ser cantante. Hizo realidad su sueño, pensara lo que pensara la crítica y el público.