Osho, Chandra Mohan Jain o Bhagwan Shree Rajneesh no fue un hombre cualquiera. Fue un visionario. La cuestión es dirimir cuáles eran esas visiones suyas: ¿Paz y amor? ¿Frugalidad y Recogimiento? ¿Sexo y perversión? ¿O forrarse a costa de las almas cándidas que se creían sus monsergas? Echando una mirada al pasado, la historia no deja demasiadas dudas.
Desde la India hasta el paraíso de los Rolls-Royce
Nacido en India en 1931, Osho fue un gurú de la espiritualidad que no consiguió encontrar su espacio en el mundo pero que, en el intento, fue acumulando dinero allá por donde pasó. Empezó su carrera en el mundo de ser gurú en su país natal, donde sus críticas a las religiones tradicionales, al socialismo y, sobre todo, a Gandhi le granjearon muchos seguidores y, también, enemigos.
“Dicen: piensa dos veces antes de saltar. Yo digo: salta primero y luego piensa todo lo que quieras”, manifestaba Osho a sus seguidores, y todavía frases como estas se pueden leer en bonitas imágenes en Facebook o Instagram. Las cuelgan personas que, seguramente, no saben que a lo que se refería el gran referente de la espiritualidad es a que había que tener sexo con todo el que pasara por delante.
Quizás esta fue la causa del gran éxito de sus comunas. Lo que es seguro es que propició que se le llamara “el gurú del sexo” y que la principal habitante de sus alojamientos fuera la enfermedad venérea.
Tras un gran éxito en su país, Osho decidió hacer las Américas. Con el dinero que ya había sacado y con el apoyo de su secretaria Sheela y el acaudalado de su marido, compró un rancho en el condado de Wasco, en Oregón. La compra se amortizó rápidamente, a pesar de que ascendió a seis millones de euros. Rajneeshpuram, que así se llamó la comuna, se fundó en 1981 y dio cobijo a, al menos, 7.000 personas.
Las personas allí trabajaban, reían, bailaban y, sobre todo, ponían en práctica su sexualidad. Sheela cuenta que había quienes tenían relaciones con más de 90 personas diferentes en un mes. ¿Cómo era esto posible? Siguiendo una estricta disciplina de un acto sexual con cada comida.
El récord de Osho: 93 Rolls-Royce
Las cosas iban de cine en Rajneeshpuram. El éxito de Osho seguía creciendo. Personas de todo el mundo querían acudir a su rancho, ser partícipes de algo histórico. Una nueva forma de concebir la vida: sin ataduras y rebosante de espiritualidad. También las donaciones no dejaban de crecer, algo de lo que se encargaba la muy aplicada (y severa) Sheela.
Tanto era así que, para poder desplazarse con comodidad y con la buena presencia que debía mostrar el representante de tan selecta comuna, Osho decidió hacerse con un Rolls-Royce.
Una cosa llevó a la otra y, al final, 93 (hay fuentes que hablan desde 85 a 96 coches) fueron los modelos que acabaron cogiendo polvo en el garaje de Osho. Los de las 90 relaciones sexuales podían no repetir coche.
A pesar de todo lo que vendrá después, para muchos el mayor crimen que cometió Osho fue lo que les hizo a sus 93 Rolls-Royce. No le bastó con ir bajo su majestuosa presencia, sino que decidió tunearlos a su gusto. Lo mejor de la elegancia del Rolls-Royce mezlado con lo no tan bueno de los diseños étnicos de Osho.
Un final digno de serie de Netflix
Pero, como siempre, no todo podía ser tan bonito. Al igual que en India, los problemas se sucedieron en la finca de Oregón. La comuna se asentaba a poca distancia del rural pueblo de The Dalles. Los habitantes de este tranquilo municipio no vieron con buenos ojos la llegada de estas personas con su curioso modo de vida.
Los enfrentamientos se multiplicaron. La pelea por el uso que se hacía de la tierra llegó a mayores. Para la seguridad de los habitantes de la comuna se creó una guardia de seguridad. Vestidos de naranja y con ametralladoras, fue una irónica defensa de la paz y el amor.
Para que los aldeanos dejaran de molestar, la comuna pensó una solución democrática pero no demasiado ética. Se fueron haciendo con locales de los pueblos de alrededor y se llegaron a presentar a las elecciones del condado de Wasco. Para ganar no pegaron carteles y dieron mítines, sino que llevaron a la comuna a miles de sin techo de todo el país para registrarlos y que pudieran votar.
Pero la cosa no se quedó ahí. Que Sheela era severa no es algo que se dice por decir, y lo dejó bien claro. La secretaria de Osho fue la responsable de un hecho histórico de Estados Unidos, y no precisamente positivo. Ella es la autora intelectual del primer ataque de terrorismo biológico en tierras estadounidenses. No podían perder las elecciones si se cargaban a los votantes de la oposición. Para ello, distribuyeron cultivos de salmonela en las ensaladas y en las barras de los bares de las localidades cercanas. Más de 750 personas se intoxicaron pero, por suerte, ninguna murió.
La cosa había ido demasiado lejos y la administración estadounidense se puso las pilas. Osho intentó abandonar el país cuando vio que iban tras él, pero en una parada para repostar su jet privado fue arrestado en Carolina del Norte. Se sancionó su deportación tras admitir Osho 40 casos de fraudes de inmigración. El gurú del sexo volvió a India después de no ser aceptado en varios países. Murió a los 58 años de edad.
Sin embargo, el espíritu de Osho no desapareció ahí y, aunque parezca increíble, sigue creando comunidades por todo el mundo. La historia de Osho y sus 93 Rolls-Royce, sus éxitos, sus crímenes y sus desventuras dio lugar a la serie de NetflixWild, Wild Country. Como en tantos casos, la realidad supera a la ficción.
Texto extraído del sitio https://noticias.coches.com/noticias-motor/osho-guru-sexo-93-rolls-royce/399173