El general Robert Baden-Powell (1857-1941) se había destacado en las guerras coloniales del Imperio británico, organizando grupos de exploradores, tarea que él mismo había realizado en Afganistán, la India y, especialmente, en África, donde su nombre se hizo conocido para el gran público inglés en la batalla de Mafeking.
Durante la guerra anglo-bóer se destacó por organizar la defensa de dicha ciudad, sitiada por 8000 soldados boers durante 220 días consecutivos.
A fin de aprovechar mejor a los hombres disponibles, asignó tareas de mensajería y maestranza a los más jovencitos, lo que le permitió disponer de más combatientes.
Con el excelente resultado se percató que cuando los jóvenes, reciben responsabilidades se convierten en elementos útiles para el grupo.
Con mil hombres, seiscientas mujeres y niños, logró sostener un sitio implacable, convirtiéndose en un héroe británico.
En 1896 participó en la primera guerra de independencia de lo que hoy es Zimbabue, organizando la resistencia de los colonos blancos. En esa oportunidad conoció a quien sería su gran amigo de por vida e inspirador de su labor de scout, el norteamericano Frederick Russell Burnham (1861-1947).
Hasta entonces, Baden-Powell se había destacado en el ejército británico no solo por su capacidad de organización, sino por ser guía, rastreador y excelente francotirador. Pero conocer a Burnham marcó un hito en su vida.
Burnham había nacido en Minnesota, USA, en pleno territorio sioux, criado en el Far West, con las costumbres de cowboys e indios, acostumbrado a la vida de campaña y a valerse de la naturaleza para sobrevivir.
Desde los 14 años trabajó como rastreador para la Unión Ferroviaria y el ejército estadounidense en la guerra contra los apaches.
Cuando el Far West se volvió un “insulto” para él (digamos que se convirtió en un lugar demasiado civilizado para hombres como Burnham), se dirigió a África, donde su experiencia resultó invalorable.
Al conocer a Baden-Powell, Burnham ya había participado de la guerra contra los matabeles, que terminó siendo un desastre para las tropas británicas. Los únicos que se salvaron en esa jornada fueron el propio Burnham, Pearl Ingram (otro norteamericano) y William Gooding (australiano). Este episodio es conocido como la Masacre de la patrulla Shangani.
Sus aventuras durante la guerra anglo-bóer –donde fue herido, capturado y, aun así, logró escapar y sobrevivir– lo habían convertido en una leyenda, al punto de ser ascendido a coronel del ejército británico y condecorado por Eduardo VII.
Al conocerlo, Baden-Powell se percató de sus habilidades y “lo exprimió” para conocer su vasta experiencia. Desde entonces, Baden-Powell comenzó a usar el clásico stetson (sombrero de cowboy) y el pañuelo al cuello.
En las largas cabalgatas que compartieron, hablaron sobre cómo habían cambiado los mecanismos bélicos y la necesidad de inculcar en los jóvenes los trucos y habilidades para sobrevivir en la naturaleza.
Burnham exploró Tanzania y Centroamérica, participó en la Primera Guerra Mundial en el contraespionaje británico, trabajó en la industria minera y fue amigo de Theodore Roosevelt. Junto a este presidente norteamericano, promovió el scoutismo de su amigo Baden-Powell.
En 1931 fue el encargado de leer un discurso en su homenaje, cuando todo el mundo abrazaba los principios del scoutismo.
Baden-Powell también recibió la influencia de Ernest Thompson Seton (1860-1946), un inglés que pasó su juventud en Canadá y fundó un grupo juvenil al que educó tomando en cuenta las habilidades de los indios americanos.
Ante el éxito de la experiencia de los Boy Scouts, el mismo rey Eduardo VII instó a Baden-Powell a dejar al ejército y dedicarse por completo a este movimiento, que en poco tiempo se expandió por todo el mundo.
Era una forma en que los millones de niños que vivían en ciudades polucionadas, volvieran a la naturaleza.
Viajó extensamente, e incluso estuvo en dos oportunidades en Argentina, donde fue huésped de honor del gobierno y visitó al primer grupo de scouts de Banfield.
En 1909, su hermana Agnes fundó la rama femenina de las Muchachas Guías.
Tres años después, durante un viaje a Oceanía, Badén Powell conoció a Olave Saint Claire Soames, una joven 30 años menor que él, con quien se casó y tuvo tres hijos.
Con motivo de su boda, se organizó la famosa “colecta del centavo” en la que millones de scouts de todo el mundo donaron esa suma para costear su luna de miel en Argelia.
Desde entonces, y hasta la muerte de su esposo en Kenia, Lady Olave asistió a la evolución del movimiento scout, siendo condecorada por Jorge V de Inglaterra y los gobiernos de Finlandia y Grecia.
Tras sobrevivir 36 años a su marido, muerto en 1941, sus cenizas fueron enterradas junto a Baden-Powell en su mausoleo en Kenia.
“Intenten dejar este mundo mejor de como lo encontraron”, solía aconsejar Baden-Powell.
¿Lo lograremos?