Juan Martín de Pueyrredón, el polifacético revolucionario – Parte I

Si al público argentino le preguntan por Pueyrredón, seguramente recordarán los húsares de las invasiones inglesas, el director supremo durante el Congreso de Tucumán que declaró la independencia, alguna reunión con San Martín; o bien una calle, avenida o barrio dispersado por distintos lados del país. Es cierto que todas esas cuestiones no faltan a la verdad, pero en 72 años de vida, este personaje tuvo muchas vicisitudes que son importantes recordar en este artículo, ya que se están cumpliendo 175 años de su muerte.

Juan Martín de Pueyrredón, o Pueyrredon, porque según algunos de sus descendientes, el apellido de origen vasco-francés no llevaba tilde, nació el 18 de diciembre de 1777 en Buenos Aires. Comenzó sus estudios en el entonces Real Colegio de San Carlos, uno de los antecesores del actual Colegio Nacional Buenos Aires.

Sin embargo, tras la muerte de su padre en 1791, fue enviado a España para asumir los negocios de su padre. Como su origen paterno estaba cercano a la frontera entre Francia y España, Juan Martín viajaba por ambos, aunque pudo seguir estudiando.

En 1805, volvió a Buenos Aires con una situación económica muy provechosa debido a su acción como comerciante, que continuó hasta las invasiones inglesas. A pesar de haber perdido en el combate de Perdriel el 1/8/1806, sirvió para reorganizarse y dispersar al enemigo. Junto a oficiales como Martín Rodríguez y Cornelio Zelaya, se unió a las fuerzas que Liniers trajo de Montevideo. Así las cosas, el 12 de agosto lograron la reconquista de Buenos Aires y el general inglés William Carr Beresford tuvo que capitular.

El 8 de octubre de ese mismo año, el todavía virrey Sobremonte lo nombró comandante del primer escuadrón de húsares, con el grado de teniente coronel. El parte oficial, que en su momento publicó el Museo Mitre, decía así: “Por cuanto para el primer escuadrón de húsares voluntarios urbanos, nuevamente creado en la capital de Buenos Aires, es necesario nombrar quien sirva el empleo de comandante de él, y conviene proveerlo en persona de conocido valor, conducta y aplicación”.

Y sigue: “Por tanto y respecto a concurrir éstas y demás necesarias circunstancias en don Juan Martín de Pueyrredón, le elijo y nombro por comandante de dicho escuadrón con grado de teniente coronel, concediéndole las gracias, exenciones y prerrogativas que por este título le corresponden”.

Detalle de lámina que Liniers tenía en su despacho. Primer escuadrón de húsares.

Después de participar en la defensa de la ciudad en la llamada segunda invasión inglesa de 1807, al año siguiente fue enviado a Madrid como delegado del cabildo porteño. En mayo, cuando Napoleón se apoderó de España y dejó cautivo al rey Fernando VII, además de reemplazarlo por su hermano José Bonaparte, en lo que se conoce como la farsa de Bayona, Pueyrredón se salvó de ir a prisión. Es que se enteró a tiempo de las intenciones que pesaban sobre él, ya que los españoles sospechaban de su conducta. Con la ayuda del salteño Francisco Gurruchaga, futuro diputado de la Junta Grande, logró escapar rumbo a Montevideo.

Sin embargo, fue apresado por el comandante general y gobernador Francisco Javier de Elío, que no se llevaba bien con el entonces virrey Liniers. Elío lo hizo arrestar e intentó deportarlo a España nuevamente, pero logró fugarse y volver a Buenos Aires. Volvió a ser arrestado, pero Belgrano y Saavedra, en un gesto de picardía criolla, ayudaron a escapar a Pueyrredón. Luego de quedarse en la casa del ya nombrado Zelaya, Pueyrredón se fugó a Brasil.

Tampoco la suerte le fue favorable así, porque si bien apoyó el carlotismo, es decir un movimiento político que propiciaba la coronación en el Río de la Plata de la infanta Carlota Joaquina de Borbón, hermana de Fernando VII como regente del rey en estas tierras (Carlota estaba en Brasil desde que la Corte portuguesa de los Braganza se había mudado a su colonia sudamericana a fines de 1807), a cambio de la autonomía, no acompañó la idea de la presencia del imperio portugués en el Río de la Plata.

Pueyrredón adhirió a las ideas de la revolución, y con la complicidad de Lord Strangford, embajador inglés en Río de Janeiro (capital del imperio en ese momento), pudo volver a Buenos Aires en junio de 1810, cuando la revolución ya era un hecho. El 3 de agosto de ese año, fue nombrado gobernador intendente de Córdoba, que comprendía las actuales provincias de Córdoba, San Luis, San Juan, La Rioja y Mendoza. Tras el fusilamiento de Liniers, dictó una amnistía a los contrarrevolucionarios y apoyó al comúnmente llamado Ejército del Norte, además de organizar el cabildo que eligió al deán Gregorio Funes como diputado a la Junta Grande.

En enero de 1811, asumió como gobernador intendente de Chuquisaca. Luego del desastre de Huaqui, ocurrido en junio de ese año, consiguió llevar a Tucumán el dinero depositado en la Casa de la Moneda de Potosí. El Alto Perú había sido recuperado por los realistas, pero por esa acción, fue nombrado general en jefe del Ejército del Norte. Si bien hubo quienes acusaron a Pueyrredón de haberse llevado gran parte de lo recaudado, no se pudo comprobar.

Como jefe militar en el norte, no le fue bien. Sus tropas, delegadas al recientemente nombrado mayor general Eustoquio Díaz Vélez, fueron derrotadas en el combate de Nazareno, donde-entre otros-, murió Francisco Balcarce, el menor de los hermanos. Los sobrevivientes siguieron hasta Yatasto, Salta, y en marzo de 1812, Belgrano reemplazó a Pueyrredón en el cargo.

Volvió a Buenos Aires y en abril, suplantó a Juan José Paso como miembro del Primer Triunvirato. En dicho cuerpo político, que había sucedido a la llamada Junta Grande el 23 de septiembre de 1811, tenía mucha injerencia el ministro de guerra, Bernardino Rivadavia. Siendo Pueyrredón uno de los triunviros, encargó a San Martín la creación del regimiento de granaderos a caballo, pero cuando llegó la noticia del triunfo de Belgrano en la batalla de Tucumán el 24 de septiembre de 1812, justamente habiendo desobedecido órdenes del Triunvirato, un golpe de estado lo derrocó.

El mismo fue apoyado por el propio San Martín y el general Francisco Antonio Ortiz de Ocampo (entre otros), y comenzó a gobernar el Segundo Triunvirato; con ideas concretas de independencia, compuesto por miembros que eran allegados a la Logia Lautaro. En octubre de 1812, ni bien instalado el Segundo Triunvirato, fue desterrado junto a Rivadavia.

El destino de Pueyrredón fue San Luis, hasta que en septiembre de 1814, lo visitó San Martín y lo invitó a Mendoza, donde estaba radicado desde agosto, cuando le aceptaron el pedido de ser gobernador intendente de cuyo. Ese cargo se creó tras la separación de la Intendencia de Córdoba (de las que pertenecían, solo se mantuvo subordinada La Rioja hasta 1820). Ambos comenzaron a planificar el famoso cruce de los Andes, con la necesidad de declarar previamente la independencia, y también la futura liberación de Chile y Perú.

A principios de 1815, Pueyrredón volvió a Buenos Aires y se casó en segundas nupcias con Calixta Tellechea, hija de un rico comerciante que había sido ajusticiado por la conspiración de Álzaga en julio de 1812. Tellechea era dueña de una quinta en la actual zona de Acassuso, perteneciente al partido de San Isidro, donde residiría, y desde la década de 1940, se encuentra allí el Museo Pueyrredón:

Columnas del Museo Pueyrredón, de espaldas al río. Al costado, se encuentra protegido el algarrobo donde el anfitrión y José de San Martín planearon el cruce de los Andes.

El 8 de julio de 1815, Pueyrredón fue elegido diputado por San Luis al Congreso de Tucumán, apoyado por el gobernador puntano Vicente Dupuy. Nuevamente valiéndonos del archivo del Museo Mitre, reproducimos un fragmento del acta en que se deja constancia de la votación, y que está firmada por el mencionado Dupuy: “En esta ciudad de San Luis, a 8 de julio de 1815, reunidos los electores para el nombramiento de diputado conforme a la voluntad general del pueblo (…), entrando en votación, recayó el nombramiento de diputado por el uniforme voto de los tres electores en el benemérito patriota afincado en este pueblo ciudadano coronel mayor Juan Martín de Pueyrredón”.

Continúa: Juan Martín de Pueyrredón, el polifacético revolucionario- Parte II

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