Cuando Pierre Aguste Renoir murió en diciembre de 1919, a los 78 años, hacía años que había dejado de ser el joven bohemio y seductor proclive a las aventuras galantes. La artritis reumática lo tenía limitado a una silla de ruedas y la imposibilidad de sostener los pinceles, lo obligaba a atarlos a sus manos.
Solo quedaba el recuerdo de ese joven pintor que hacía suspirar a las mujeres a las que insistía en pintar desnudas porque sostenía que “Pocas cosas existen más hermosas en la naturaleza que el cuerpo desnudo de una mujer. La mujer desnuda emerge del mar o de la cama, la podemos llamar Venus o Niní, pero nunca podremos inventar nada mejor”, mientras pintaba a las modelos que se prestaban a estos juegos de luces y erotismo.
“Pinto con la misma alegría que usted hace el amor…es con mi pincel que hago el amor”.
Su espacioso atelier de la rue Saint George era el lugar de encuentre de sus amigos con las muchas jóvenes que posaban para el artista.
Una de ellas fue Suzanne Valadon (1865-1938), mujer de origen humilde quien con los años se convertiría en una famosa pintora (curiosamente es más recordada por ser la madre de Mauricio Utrillo). Suzanne tuvo una tormentosa relación sentimental primero con Renoir y años más tarde con Toulouse Lautrec quien la introdujo a Edgar Degas. Fue este pintor de bailarina quien se convirtió en su maestro y le enseñó los secretos de la profesión.
Otra de las modelos que posaron para Renoir fue Niní Gérard, a la que llamaban “Coquit”, una tintorera joven y espontánea alejada de los artificios de las modelos profesionales. Renoir era un apasionado de los sombreros y ella lo acompañaba a elegir aquellos que iba a utilizar en su próxima pintura. Coquit sostenía que Renoir era un “erotomaníaco del sombrero femenino”.
Lise Tréhot fue su primera musa y amante que aparece en “Las bañistas”, “Lise”, “Diana” y otras veinte pinturas además de posar para Monet, Coubert y Sisley. Algunas fuentes sospechan que de esta relación con Renoir nacieron dos hijos porque el artista siguió apoyándola económicamente por muchos años.
También modelaron para Renoir, Angele Estelle, Jeanne Margot Legrand (que aparece en “El Baile de la Galette”) y Anna Leboeuf , muerta de tuberculosis a pesar de los cuidados del Dr. Gachet, el mismo que fue médico de Vincent Van Gogh y posó para el último retrato pintado por el artista holandés . Se sospecha que una de las dos copias que existende este retrato fue pintado por el mismo Gachet, quien además de médico era un pintor aficionado muy cercano al círculo de los impresionistas.
Renoir conoció a Louise Weber, “la glotona” una célebre bailarina de Le Moulin Rouge quien también posó para Toulouse Lautrec.
Otra de sus modelos fue Marie Dupuis, llamada “La panadera” (en alusión a la Fornarina, la amante de Rafael), que trabajaba como empleada de la familia cuando vivían en la calle Caulaincourt.
Renoir pintó a Georgette Pingeot, costurera que cantaba en los café concert, y a Renée Jolivert que hizo carrera como actriz
“Lo único que busco en una mujer –decía el artista– es que su piel encienda la luz”. Al parecer encontró esta luz en Aline Charigot, quien fue su modelo, fuente de inspiración, amante y después su esposa. Se conocieron mientras Renoir vivía en la rue Saint George cuando Aline tenía 21 años. El matrimonio tuvo tres hijos : Pierre (actor), Jean (cineasta ) y Claude.
Una prima de Aline, Gabrielle Remond entró a trabajar con la familia Renoir cuando solo contaba 14 años y terminó siendo una de las modelos preferidas del pintor. La primera vez que Gabrielle posó para Renoir fue en el verano de 1892, mientras la familia pasaba las vacaciones en Magnanosc, cerca de Grasse. Esa tarde, Marie Dupuis no pudo asistir a la sesión de modelaje por estar resfriada y todas las jóvenes de la región estaban ocupadas en la cosecha de rosas, tarea fundamental en esa zona dedicada a la perfumería. Fue la misma Aline quien empujó a su prima ante el caballete de Renoir. La joven, acostumbrada a ver modelos posar desnudas ante el pintor, asumió el rol con toda naturalidad. Desde entonces se creó entre ellos una cierta intimidad que despertó los celos de Aline, al punto que Gabrielle debió alejarse del entorno del artista. Un año más tarde Aline moría víctima de la diabetes.
Renoir sobrevivió diez años a su esposa, y trabajó hasta el último día de su vida, aunque por ese entonces, su movilidad estaba muy limitada por el reuma. En sus últimos años recurrió a otra modelo llamada Dédée, con quien inició la serie de “Las bañistas”.
Renoir continuó fiel a su credo: “Para mi, un cuadro debe ser una cosa amable, alegre, bonita. Ya hay bastantes cosas malas en la vida para que nosotros inventemos una más …El dolor pasa pero la belleza permanece ”.
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