Juan B. Justo, el idealista del primer socialismo argentino y fundador de un periódico aún vigente

Juan Bautista Justo, mejor conocido como Juan B. Justo, nació en Buenos Aires el 28 de junio de 1865. Su padre, Juan Felipe Justo, se dedicaba a administrar estancias, con diversa suerte, mientras que su madre, Aurora Castro, bregó para que el personaje en cuestión se estableciera en la ciudad, priorizando el estudio por sobre la ayuda en las actividades agrícolas de su padre.

Finalmente, ganó la posición de la madre, quien se separaría de hecho. Por su parte, Juan B. Justo estudió en el Colegio Nacional Buenos Aires durante cuatro años, en los que se interesaría por las ciencias naturales y la filosofía. Para 1882, ingresó a la carrera de medicina en la UBA y, dada su delicada posición económica, comenzó a trabajar en el diario La Prensa (donde hoy se encuentra la Casa de la Cultura de la ciudad). Allí Justo se desempeñó como cronista parlamentario, lo que le permitió el contacto con los políticos más importantes de la época.

Su brillante tesis de graduación, que contó con la tutoría del doctor Ignacio Pirovano (un hospital de la capital nacional lleva su nombre), se titulaba “Aneurismas arteriales quirúrgicos”. Justo introdujo en nuestro país las prácticas antisépticas en las operaciones quirúrgicas y recibió una medalla de oro otorgada por la Facultad de Medicina de la UBA, como reconocimiento a sus investigaciones. Entre sus logros como médico se destacaron la operación de hernia inguinal libre, la resección osteoplástica de la bóveda craneana,  y el uso de la cocaína como anestésico.

Más allá de la medicina, Justo estaba destinado a su labor como político. Sus antepasados por parte materna fueron antirrosistas que ayudaban a unitarios a exiliarse, principalmente rumbo a su foco principal, la ciudad de Montevideo. Y por parte paterna, su tío abuelo, Agustín Pedro Justo, era el padre de su hijo homónimo, quien llegó a ser gobernador de Corrientes por un año, y destacado jurisconsulto. Este último, de filo mitrista, era a su vez padre del ingeniero y general de su mismo nombre. Entonces, quien sería presidente del país entre 1932 y 1938, era primo segundo de Juan Bautista.

Sin embargo, el personaje en cuestión se tomó en serio los movimientos socialistas (y en menor medida, anarquistas), en su breve paso por Europa. Al regresar al país en el convulsionado año 1890, apoyó la causa de la Revolución del Parque, pero no formó parte del levantamiento porque se oponía al uso de la fuerza. Planetó así una huelga de contribuyentes, y ayudó solamente a la revolución en su labor como médico.

Más adelante, colaboró con el periódico El Obrero, leyó a Marx y Hobson (entre otros); e incluso tradujo al castellano, por primera vez, la famosa obra El Capital, que se publicó años más tarde en España.

Tal como consigna Patricio Geli en un texto biográfico de Juan B. Justo, que está en la web del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI), el 2 de agosto de 1893 acude a la histórica reunión del Café Francés (calle Esmeralda 318), convocada a través de un aviso en un diario por la Agrupación Socialista de Buenos Aires, para crear un periódico defensor de los trabajadores. Así nació el periódico socialista La Vanguardia, del que fue su primer director y principal redactor, y que se publicó por primera vez el 7 de abril de 1894 (ver foto de abajo). Todavía sigue en pie con su intención original, aunque habiéndose adaptado también a contenidos digitales.

Al año siguiente, Justo emprendió un viaje a Estados Unidos para interiorizarse sobre el capitalismo industrial, luego pasó por París, y Bruselas, la capital belga, que fue muy importante para el futuro desarrollo cooperativista de Justo en el país. Por último, visitó Madrid, donde tal como detallé antes, años más tarde se publicaría un tomo de El Capital de Karl Marx en idioma español (1898).

Al regresar nuevamente a Argentina, Justo se convenció de que la política desde el movimiento socialista era el medio más adecuado para la transformación que buscaba, además de combinar la teoría aprendida sobre el socialismo en Europa, con la adaptación práctica a la realidad de su país. Ya había vendido el coche que utilizaba para sus consultas como médico, y también la medalla de oro de la Facultad de Medicina de la UBA para costear los gastos de la edición de La Vanguardia, que pasó a ser el órgano oficial del recientemente fundado Partido Socialista (PS), creado en 1896 y del que Justo presidiría hasta su muerte.

En 1898 fundó la Sociedad Obrera de Socorros Mutuos y siete años más tarde, una de sus célebres acciones: la cooperativa El Hogar Obrero. Fue en este tiempo que Justo se casa con la profesora y concertista de piano Mariana Chertkoff, con quien tendría siete hijos, pero que fallecería en 1912 en el parto del último de ellos.

El nuevo siglo encuentra a Justo viviendo en Junín, donde ejerce su profesión y llega a ser jefe del hospital de dicha localidad bonaerense. Pero, si bien se alejó del foco principal del socialismo, que era la ciudad de Buenos Aires, una de las razones que lo llevaron a esa decisión fue su interés por estudiar la situación del campo y las clases rurales. Inclusive, en 1901, durante el cuarto congreso del PS, su escrito denominado “El programa socialista del campo”, se agregó al programa del partido.

Volvió a Buenos Aires provisoriamente en 1902 para defender la lucha de los obreros que estaban siendo reprimidos debido a las huelgas, y que excedían al PS, ya que algunos de ellos eran anarquistas. Todo esto en un contexto sumamente hostil, ya que ese año, a iniciativa de Miguel Cané, se sancionó la llamada Ley de Residencia, que básicamente, permitía expulsar a los extranjeros (muchos de ellos inmigrantes que abrazaban las ideas socialistas y anarquistas) que, según el Ejecutivo, perturbaran el orden público; y sin la intervención del Poder Judicial.

Para 1905, volvió a hacerse cargo de La Vanguardia, a esa altura devenido en un diario que excedió los límites del PS, y que se mantendría (con algunas intermitencias) hasta su muerte. También se dedicó a dar conferencias, siendo la más famosa una en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

En 1910, Justo asistió al Congreso de Copenhague de la Segunda Internacional, como representante del Partido Socialista Argentino. También dijo presente en la Conferencia Internacional Obrera y Socialista que se desarrolló en Berna, Suiza, en 1919.  Además, defendió el cooperativismo y su autonomía política en relación con los partidos, siendo la primera persona no europea en ser admitida en la Alianza Cooperativa Internacional.

Si bien había diferencias entre los principales dirigentes socialistas nacionales, como Alfredo L. Palacios, Enrique del Valle Iberlucea y Nicolás Repetto, la principal polémica excedió los ámbitos de Argentina: fue en 1908 con el italiano Enrico Ferri, en la que Justo defiende la existencia del Partido Socialista en el país, especialmente ante la imposibilidad del acceso a la tierra libre por parte de los trabajadores y la explicación de la situación argentina, refutando los argumentos del también socialista Ferri.

En este tiempo, ya había vuelto a abrir su consultorio médico en la capital del país, y se publicó su obra más importante, titulada Teoría y práctica de la Historia (1909). Si bien critica a los sociólogos como el positivista Comte, al querer distinguirse como ciencia propia, siendo para él parte de la historia social, no se aísla del todo del positivismo todavía reinante de la época.

Sin embargo, el devenir de la humanidad siempre está basado en su historia, que-sostiene Justo- debe enseñarse sin dogmas y bajo un concepto que parte de la biología del ser humano. En cuanto a la enseñanza primaria, planteó la necesidad de quitarle importancia a las gestas y batallas, y “humanizar” a los llamados próceres. Había que tratarlos con honor, pero prestarles importancia más que todo porque facilitaron la acción del resto, que fueron los que modelaron los progresos del país y así hicieron patria, ya que, muy bien dice el historiador español Eduardo Montagut, para Justo “ser patriota significaba ser solidario con su propia nación”.

En 1912, fue electo diputado nacional por la Capital Federal, y su actividad parlamentaria jamás se detendría, ya que continuó hasta 1924, cuando pasó a ser senador. Defendió con mucho ímpetu la reforma universitaria de 1918, continuó con la defensa de los derechos del trabajador, de mujeres y niños, que habían quedado evidenciados desde la Ley de Descanso Dominical que impulsó Alfredo Palacios en 1905; y bregó para que el Estado combatiera el alcoholismo y el abuso del juego, al que consideraba vicioso y contrario al mejoramiento humano.

En junio de 1916, Justo fue víctima de un atentado. Los disparos le fracturaron el fémur y su convalecencia fue larga. No obstante, concurrió igualmente a la Cámara de Diputados, instalándose en dos habitaciones del edificio.

En 1922, tras casi una década estando viudo, se casó en segundas nupcias con la militante feminista, y también médica Alicia Moreau, que estaba ligada al socialismo por los orígenes familiares (su padre había apoyado la Comuna de París en 1871); y por su antigua relación con el mencionado Enrique del Valle Iberlucea (hoy, tanto a este último como a Alfredo Palacios, lo homenajean calles en el barrio de La Boca). A partir de este hecho, pasó a la historia como Alicia Moreau de Justo. 

Finalmente, Justo falleció en su quinta veraniega familiar en Los Cardales, partido de Exaltación de la Cruz (provincia de Buenos Aires), el 8 de enero de 1928, a los 62 años. Estaba acompañado de Alicia y sus hijos, y La Vanguardia le dedicó su tapa al día siguiente:

Posterior a su muerte, Alicia Moreau de Justo, quien era 20 años menor que él, siguió participando en política y casi no abandonó su actuación pública hasta su fallecimiento, casi sesenta años más tarde. En 1946, luego de la segunda guerra mundial y en pleno ascenso del peronismo al poder, publicó su libro El socialismo según la definición de Juan B. Justo. Aquí, Moreau aprovechó esa definición que había realizado su difunto marido, en una conferencia pública dada en agosto de 1902: “El socialismo es la lucha en defensa y para la elevación del pueblo trabajador que, guiado por la ciencia, tiende a realizar una libre e inteligente sociedad humana, basada en la propiedad colectiva de los medios de producción”.

Alicia Moreau explicó qué quiso decir Justo en esas palabras, dividiendo el ensayo por partes; y de acuerdo a cada concepto que, argumentado, tendía hacia el todo. El Capital y el Manifiesto de Marx fueron citados más de una vez, pero refutando que las diferencias sociales no se podían reducir casi exclusivamente a las económicas. Además, criticó la práctica en Rusia, en cuyo modelo encontraba la cuasi omnipotencia del Estado y la deificación de su jefe en detrimento del desarrollo personal y cooperativo, a pesar de compartir las críticas al capitalismo.

Es por eso que Justo variaba en algunos postulados con los comunistas, especialmente tras la Revolución de octubre que derivó en la organización conocida como Tercera Internacional. Moreau cerró el libro con esta frase de Juan B. Justo: “El movimiento socialista, más que una teoría histórica, una hipótesis económica y una doctrina política, es un modo de sentir, pensar y obrar, que vigoriza y embellece la vida de los individuos como la vida de los pueblos”.

Homenajes

Juan B. Justo tiene avenidas y calles en los principales centros urbanos del país. La más conocida es la de la ciudad de Buenos Aires, que va desde el Puente Pacífico en Palermo, hasta la Avenida General Paz en Liniers; y que fue la primera en tener metrobús.

La avenida Juan B. Justo se realizó sobre el entubado del cauce del arroyo Maldonado. Originalmente, sus veredas eran de color rojo, que identifica al Partido Socialista.

En Córdoba capital, tiene una avenida extensa que conecta la ciudad y su extensión hacia la “vieja” ruta 9, una de las pocas que es internacional porque va de Buenos Aires hacia Bolivia. En Rosario, tiene una calle que ocupa muchas numeraciones, dada su importancia. En San Miguel de Tucumán, una avenida que llega hasta la circunvalación de la capital norteña, para luego unirse a la localidad de Tafí Viejo, se denomina Juan B. Justo. En Mar del Plata, la antigua avenida de acceso al puerto, llamada en 1924 “Cincuentenario”, por el aniversario de “la feliz”, lleva el nombre de Juan B. Justo y es conocida por los variados comercios textiles, especialmente de pulóveres (foto).

También posee homenajes en el Gran Buenos Aires (la zona más importante de la actualmente conocida como AMBA): una estación del tren Mitre, ubicada en Florida, partido de Vicente López, que limita al norte con la capital nacional, lleva su nombre. Cerca de ahí, una calle de Olivos se llama Juan B. Justo, al igual que en la zona sur, más precisamente en Lanús Este.

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1 COMENTARIO

  1. Muchas gracias por la cita. Y gracias por glosar la vida de un hombre excepcional, un argentino universal. Su esposa fue también un personaje inolvidable.

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