Leonardo da Vinci, el genio vegano

El genio del Renacimiento, el artista más conocido de todos los tiempos, el pintor más sublime de la historia, era vegano. Así lo cuenta su primer biógrafo, Giorgio Vasari en 1550, apenas treinta años después de la muerte de Leonardo da Vinci (2 de mayo de 1519), con el testimonio directo de personajes que lo conocieron y admiraban a este hombre cuya curiosidad insaciable solo podía equipararse a su capacidad inventiva.
Su personalidad siempre estuvo rodeada de un aura de misterio. Hijo bastardo del notario Piero da Vinci y una campesina llamada Catalina, vivió con su abuelo paterno, aunque nunca fue reconocido como hijo legítimo. Su abuela fue quien lo introdujo en la formación artística y ante el talento del joven se hicieron las gestiones para que trabajara en el taller de Verrocchio, el artista más importante de Florencia, quien además lo introdujo en las matemáticas y las ciencias que darían forma a sus invenciones.
Desde joven se rehusó a comer carne por el amor que sentía por los animales. Vasari cuenta que era muy común que Leonardo comprase pájaros y palomas en el mercado para liberarlos de su cautiverio.
Esta alimentación vegetariana resultaba extraña en esa época y le creó cierta fama de excéntrico, como señaló Andrea Corsali a Giuliano de’ Medici.
Es menester aclarar que la dieta de Leonardo era estrictamente vegana, sin aporte de proteínas de origen animal como huevos o leche (dieta que se conoce como dieta ovolactovegetariana). En esa época se desconocían los aminoácidos como nutrientes esenciales, las vitaminas y los oligoelementos. La de Leonardo fue una dieta originada en una convicción personal.
Sin embargo, esta dieta libre de carne no le impidió que padeciese un accidente cerebro vascular que lo afectó durante los últimos cinco años de su vida. Padeció una hemiplejia derecha que no le impidió seguir escribiendo y dibujando con la izquierda, ya que Leonardo era ambidiestro. Esta hemiplejia alteró su capacidad de movilizarse y de pintar, pero no de escribir y dibujar sentado. Entonces tenía 60 años, pero lucía un aspecto desmejorado y avejentado.
A pesar de que hay dibujos y estudios anatómicos hechos con su mano izquierda, muchas de sus pinturas quedaron inconclusas (entre ellas la famosa Gioconda que llevó a su exilio en Francia y por tal razón permaneció allí y antes de lucirse en el Louvre, Napoleón la tenía para su goce personal en su habitación).
Con la mano izquierda continuó escribiendo sus célebres notas en imagen especular.
El magnífico dibujo de Santa Ana, con la Virgen y el Niño fue hecho con la mano izquierda, tal como da testimonio el Cardenal Aragón en su visita en 1517 al château d’Amboise donde Leonardo era huésped de Francisco I de Francia. Allí el maestro pasó sus últimos años.

Santa Ana, con la Virgen y el Niño (Sant’Anna, la Madonna, il Bambino)


Hay un espléndido oleo de Ingres sobre la última entrevista entre Francisco y Leonardo. La leyenda dice que el genio florentino murió “en brazos del rey”, aunque esto sea harto improbable.

La muerte de Leonardo da Vinci o Francisco I recibe los últimos alientos de Leonardo da Vinci es una pintura al óleo de 1818 del artista francés Jean-Auguste-Dominique Ingres

Vasari menciona que da Vinci tuvo un “paroxismo” y habla de un misterioso “mensajero de la muerte”, figuras metafóricas, que poco agregan al cuadro clínico ya conocido : el genio murió de un accidente cerebro vascular.
Existe un concepto generalizado de que la dieta exclusivamente vegetariana es baja en colesterol y aporta compuestos de efecto antioxidantes que sería beneficioso para la salud.
En un estudio de Gould y colaboradores de 1992, una dieta exclusivamente vegetariana disminuye la posibilidad de afecciones coronarias.
Sin embargo, no todos son beneficios, ya que es conocido que una dieta vegana sin suplementos dietarios, produce anemia, con tendencia a la fatiga y agotamiento precoz además de una menor resistencia física, por falta de vitaminas –especialmente la B12– y de oligoelementos como calcio, hierro, zinc, etc.
Pero se ha visto que a largo plazo, este grupo vegano exclusivo sufre más posibilidades de tener un accidente vascular como el que sufrió Leonardo.
Se postula que como los veganos tiene menores niveles de colesterol en sangre esto afecta la regulación de IGF-1 (factor de crecimiento similar a la insulina) que actúa sobre el endotelio vascular para activar la sintetasa de óxido nitroso. Como los veganos tiene menores niveles de IGF-1, este sería uno de los factores que aumentaría el riesgo de accidentes cerebro vascular.
También una dieta vegana tiene menor nivel de vitamina B12, y ácido fólico, cuya disminución produce un aumento en los niveles de un aminoácido llamado homocisteína.
El aumento de la homocisteína en sangre eleva la posibilidad de infartos cerebrales –incluyendo las trombosis de la vena central de la retina–.
De allí que la relación entre la homocisteína y la dieta vegana haya demostrado una estrecha correlación en el estudio hecho por Morrison en 1995 con un seguimiento de 5000 hombre y mujeres entre 25 y 80 años. En este estudio, entre los veganos hubo un 69% de aumento de accidentes vasculares con respecto el grupo control. En el caso de los ovolactovegetarianos, esta incidencia fue menor.
De aquí se desprende la necesidad de suplementar la dieta vegana con vitaminas, especialmente las B y controlar estrictamente las concentraciones de homocisteína en sangre.
Las limitaciones físicas de Leonardo nos privaron de obras maestras que no pudieron brotar de su cerebro prodigioso.

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Esta nota fue publicada en La Prensa

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