La reputación de fiabilidad era tal que a menudo se ha sugerido como versión que la moneda del Reino Unido, la libra esterlina, debe su nombre a una forma abreviada de “Easterling”, que era como se conocía localmente a los comerciantes hanseáticos.
A pesar de haber sido un ejemplo temprano de cooperación paneuropea, el éxito de la Liga también generó resentimiento y disputas. De hecho, algunos historiadores ingleses, con otra mirada, sostienen que “mucho se dice que la Liga Hanseática promovió el libre comercio, cuando en realidad no lo hicieron; su estrategia consistía en crear monopolios y negociar privilegios”. Pero es indiscutible que crearon una red y desarrollaron prosperidad en un momento en que el Báltico era un lugar bastante sombrío, y que la transformación que ayudaron a generar fue el origen de la prosperidad del noroeste de Europa.
La Liga Hanseática intervino a veces en política, apoyando a monarcas, imponiendo boicots comerciales y respaldando guerras, pero el objetivo principal siempre fue económico y financiero; en ese sentido, los suspicaces y detractores decían que los hanseáticos “buscaban más la libertad para comerciar ellos que el libre comercio en sí”.
Entre los siglos XI a XIII hay una economía en expansión: se fundan ciudades, crecen los mercados y la población de Europa crece notablemente. A medida que se fue abriendo el mundo medieval, Visby (capital de Gotland, una isla sueca en el Mar Báltico) comenzó a conectarse con otras partes de la región báltica y así nació una amplia red de comerciantes (y, posteriormente, ciudades) que se convirtieron en la Liga Hanseática.
Visby fue uno de los primeros centros del poder hanseático, que aún no tenía la organización y el extenso entramado que llegaría a conformar. Los comerciantes locales, que comerciaban en particular con sus contrapartes en el norte de Alemania, formaron algo así como “gremios” (“hansa” en un vocablo sueco antiguo, vocablo que da origen al término “hanseático”) para promover sus intereses y construir sus redes.
El predominio de la Liga lo tuvieron inicialmente los comerciantes alemanes, que llegaron a Visby, se establecieron también en el puerto ruso de Nóvgorod y lentamente se hicieron cargo del comercio; enormes envíos de pieles de ardilla rusa se exportaban desde Nóvgorod para satisfacer la gran demanda de abrigos y otras prendas de moda. Junto con la llegada de los alemanes, algunos factores comenzaron a desafiar la posición dominante de Gotland: la piratería, mejores métodos de navegación, barcos que podían viajar más lejos y más rápido, y ataques militares desde Dinamarca. A raíz de esto, Visby no pudo controlar lo que había creado, y aunque la ciudad tuvo su momento de gloria, fue siendo cada vez más ignorada. Pero la cooperación entre comerciantes ambiciosos y pioneros se había ido convirtiendo gradualmente en una red organizada, una especie de superpotencia comercial medieval.
Lübeck, ciudad del nortre de Alemania, tomó la posta, y comenzó a tener prevalencia en el corazón del mundo hanseático: entre 1356 y 1669 fue sede de más de 100 reuniones de la “Hansetag”, la asamblea que reunía a representantes de ciudades hanseáticas para trazar estrategias y promover sus intereses. Lübeck era ahora la “Reina de la Hansa”, en el corazón de una red que se extendía no sólo a través del mar hacia el norte, sino también hacia el interior, proporcionando todo tipo de bienes, como cera del este de Europa y arenque de Escandinavia, a ciudades prósperas en el resto de Alemania.
Se crearon cada vez más rutas comerciales a partir del Báltico y se diseñó el “barco Hansa”, con su vela simple de aparejo cuadrado, que fue uno de los precursores del moderno barco de contenedores. No era un barco hecho para asaltar o para afrontar conflictos sino un barco de transporte, una especie de container flotante cuya función principal era que podía transportar los más variados productos entre productores y comercializadores.
A medida que se desarrollaba el comercio, ciudades que estaban separadas por cientos de kilómetros necesitaban tener la seguridad de que todos estaban recibiendo un trato justo; entonces crearon un sistema de normas y regulaciones comunes, y así fue como se desarrolló una lista acordada de pesos y medidas. En ese momento había mucha inseguridad en el comercio, era necesario tener estándares comunes para evitar conflictos.
La imitación también era un gran problema, por lo que había mucha regulación sobre, por ejemplo, el tipo de tela que se podía comerciar: tenía que estar estampada, sellada o plegada de la manera correcta. Algo así como una normativa para estandarizar productos de calidad y diferenciarlos de los “truchos”. En otras palabras: la Liga Hanseática aseguraba el control de calidad. Las telas altamente apreciadas de Brujas o Leiden eran marcas registradas, a pesar de que no existía una ley internacional que impidiera la copia de otro producto; era importante para los comerciantes que la mercancía que llegaba a cada ciudad de la Liga fuera en realidad lo que afirmaba ser, porque de lo contrario las multas eran enormes. De hecho, muchos de los temas que dominan las discusiones comerciales modernas –productos falsificados, marcas registradas y reglas de origen– tienen su origen en el período hanseático. A veces, por supuesto, surgían disputas, e incluso socios comerciales naturales se peleaban. Pero la Liga Hanseática duró tanto tiempo porque ayudó a garantizar la calidad, organizar la logística y crear confianza entre sus miembros.
En su crecimiento comercial, la Liga Hanseática se extendió rápidamente hacia el norte de Escandinavia. Las islas Lofoten habían sido un punto referencial del desarrollo pesquero, y la industria del bacalao (tanto de la pesca como de su cría, y tanto del Mar de Noruega como del Mar de Barents) era un pilar fundamental del desarrollo económico de la región (de hecho, el bacalao era el producto más importante de Noruega). Desde el siglo XI, grandes stocks de pescado eran transportados por mar hacia Bergen, más al sur, desde donde los mercaderes y comerciantes hanseáticos lo transportaban hacia el resto de Europa. Por cientos de años los barcos pesqueros noruegos navegaban desde el norte de Noruega hasta Bergen, más al sur, llevando sus cargamentos de pescado.
Desde comienzos del siglo XIV, de acuerdo a los tratados comerciales vigentes por entonces, los comerciantes alemanes en Bergen tenían permitido vender sus productos en Noruega siempre y cuando no navegaran más al norte de Bergen para comerciar. La aparición de la Liga Hanseática encontró la forma de manejar esa restricción, y lo hizo con el “barco-Hansa” (como vimos, algo así como un modelo comercial de embarcación –el nombre técnico del barco era “jekt”– que eran charters, barcos de carga contratados). Así, el pescado era transportado desde el norte hasta Bergen en esos jeks/barco-Hansa, algo así como containers flotantes, como se dijo.
Los primeros jekt eran barcos anchos y no muy grandes, con una sola vela cuadrada. Con el tiempo, los barcos fueron diseñados cada vez de mayor tamaño, hasta poder transportar más de 40 toneladas de mercancías. Estos barcos transportaban el bacalao, el pescado desecado y el aceite de hígado de bacalao a lo largo de la costa hacia el sur. Pero los barcos no iban a volver hacia el norte sin carga… Entonces, en su viaje de regreso hacia el norte, los barcos-cargo llevaban granos, cáñamo, lino, cerveza, licor, cerámica, metales, especias, sal, tabaco, telas; artículos de distintos y distantes lugares de influencia hanseática penetraban así en el mercado del extremo norte de Europa.
El contacto entre los pescadores y los comerciantes consistía en una nota-inventario (“hjemseddel”, que dejaban en manos de los dueños de los barcos-Hansa como mensajeros) en la que los pescadores informaban a los comerciantes sobre los productos que estaban enviando desde el norte, y a su vez qué productos necesitaban que los comerciantes hanseáticos les enviaran en retorno.
El centro neurálgico de la Liga Hanseática en Bergen era el barrio de Bryggen (en noruego, “muelle”), antes llamado Tyskebryggen, ubicado al noroeste de la ciudad. Los comerciantes de la Liga Hanseática se establecieron allí en 1360 y estuvieron hasta la segunda mitad del siglo XVII. La Liga Hanseática fue especialmente activa en Bryggen, que se transformó en otro polo central del poder hanseático, en este caso sobre el mar de Noruega.
Los hanseáticos se reunían en las “Dramshusen schøtstue”, enormes casas de madera de muchos ambientes, en los que los comerciantes se encontraban, discutían sus asuntos, cocinaban y convivían. Tenían salas de asambleas (habitualmente sólo en esos salones se podía encender fuego), amplias cocinas (cocinaban con brasas), lugares de reunión, recreación y depósitos.
De manera inevitable, la marea de la historia comenzó a cambiar, y algunos factores hicieron que la Liga Hanseática fuera perdiendo influencia gradualmente: el surgimiento de los “Estados nacionales” como centros de poder político y la aparición de nuevos mercados y rutas comerciales en todo el mundo desafiaron el modelo comercial de la Liga Hanseática; la Guerra de los Treinta Años que devastó Europa central en el siglo XVII fue quizás la gota que colmó el vaso, pero la creencia en el modelo hanseático de cooperación se mantuvo en el tiempo.
En cuanto a Bryggen, sufrió un incendio devastador en 1702, pero el barrio fue reconstruido; sufriría otros varios incendios en su historia, siendo el último importante el de 1955. En la actualidad, Bryggen es un barrio histórico dentro de Bergen, (es “la parte vieja” cercana al puerto), y fue declarado por la Unesco “Patrimonio de la Humanidad” en 1979.