Se llamaba Nguyễn Sinh Cung, pero pasó a la historia con el nombre de Ho Chi Minh que significa “el que ilumina”. También era conocido en su país por su apodo confuciano Nguyễn Tất Thành, “El realizado”. Todos estos nombres parecían premoniciones de un futuro brillante que esperaba a este joven de humilde origen pero esmerada educación que hablaba francés, chino y, obviamente, vietnamita.
Viajó por Europa con la intención de estudiar para ser funcionario colonial pero su solicitud fue rechazada. Desde 1911 vagó por Francia realizando las tareas más diversas. Siendo ayudante de cocina participó en 1919 de la Conferencia de Paz en Versalles representando al grupo de patriotas vietnamitas que proponían la separación de esta colonia de la metrópolis. Un año más tarde se afilió al Partido Comunista.
Después de pasar por Rusia y ser apresado por el régimen de Chiang Kai-shek (en Taiwán), volvió a su patria para pelear contra la ocupación japonesa.
Vencidos éstos, Francia intentó recuperar su antigua colonia a sangre y fuego, pero Ho Chi Minh, elegido presidente de la República Democrática de Vietnam, puso al mando de su ejército de irregulares al veterano general Võ Nguyên Giáp para enfrentar al Cuerpo Expedicionario Francés, comandado por Henri Navarre (un militar de carrera que había peleado las dos Guerras Mundiales).
Los franceses contaban con soldados experimentados, veteranos de guerra, como los célebres miembros de la Legión Extranjera (que contaba con más de 1.600 voluntarios alemanes, ex miembros de los ejércitos del III Reich) y sus “imbatibles” paracaidistas.
La intención de Navarre era enfrentar a los vietnamitas en campo abierto, donde ellos tendrían superioridad táctica, pero Giáp era un maestro de la guerra de guerrilla y evitó caer en esa trampa. Como el mismo Giáp lo señaló, esta guerra era el enfrentamiento entre un elefante y un saltamontes.
Hasta entonces, el ejército colonial francés se había impuesto en una serie de enfrentamientos en Vĩnh Yên y Nà Sản. Envalentonados y con la intención de cortar la línea de abastecimiento que conectaba China con Laos, levantaron un campamento atrincherado a 300 km al norte de Hanói.
Mientras se discutían las condiciones de paz en Ginebra, los franceses hicieron una fuerte apuesta a fin de sostener sus posiciones en este paraje perdido en medio de una zona selvática y montañosa de difícil abastecimiento por tierra, llamado Ðiện Biên Phu.
Hasta allí llegaron 9.000 hombres en paracaídas quienes por los próximos tres días construyeron dos aeropuertos y reforzaron las defensas con 4 fortificaciones. En breve los franceses concentraron más de 13.000 hombres en un espacio de poco más de 20 km2.
El 13 de marzo de 1954 comenzaron las hostilidades, esa noche el Viet Minh (así se llamaba entonces al ejército de Vietnam del Norte) arrojó 9.000 bombas sobre las posiciones francesas con 200 cañones provistos por los chinos.
Más de 55.000 campesinos rodearon el campamento francés, mantuvieron sus líneas de aprovisionamiento a pesar del hostigamiento aéreo y movilizaron los cañones que constantemente cambiaban de posición. La contienda se prolongó por 55 días.
Las oleadas de vietnamitas se sucedieron en forma incesante. Los cadáveres de los atacantes servían para que sus compañeros sortearan los alambres que rodeaban al perímetro. Pronto el aire se hizo irrespirable …
Los franceses se abastecieron por aire gracias a 37 aviones norteamericanos que intentaron mantener un puente aéreo. Giáp concentró sus esfuerzos en la captura de los aeropuertos. El primero de ellos fue tomado el 15 de marzo. Quince días más tarde caía el segundo.
Los suministros de aquí en más fueron arrojados en paracaídas, pero muchas cajas caían en territorio enemigo. “Era el lento desangrarse del elefante caído”.
Los últimos refuerzos fueron lanzados en paracaídas el 14 de marzo, después llegó el monzón y todo tipo de ayuda fue imposible.
Los franceses sabían que debían resistir hasta fines de abril cuando se iniciaba la Conferencia de Paz en Ginebra, esperanzados en que la diplomacia conquistaría lo que se perdía en el campo de batalla. Todo fue en vano. El 4 de mayo los franceses intentaron quebrar el cerco, sin éxito. Entre el 6 y el 7 de mayo un ataque masivo del ejército vietnamita ocasionó el colapso final.
La situación se había tornado tan desesperante. Los norteamericanos se resistieron a participar y entonces los franceses consideraron la opción de usar un arma nuclear, aunque eso implicase la muerte de sus combatientes. Primó la cordura y la capitulación estuvo a cargo de Christian Ferdinand de la Croix de Castries, ascendido a general en el campo de batalla.
Once mil franceses fueron tomados prisioneros. En las trincheras quedaron los cadáveres de 2.293 soldados. De los prisioneros solo sobrevivieron 2.000…
La victoria no había sido fácil para Giáp ya que se estima que hubo 8.000 muertos y más de 15.000 heridos entre los vietnamitas.
El despliegue de coraje y entrega cosechó héroes entre los franceses, hoy eclipsados por la derrota. Además de Castries, se recuerdan los nombres de Marcel Bigeard, Lauglaxs (jefe de paracaídas) y sobre todo del ángel de Ðiện Biên Phủ, Geneviève de Galard, la única enfermera francesa que atendió a los heridos hasta caer prisionera del Viet Minh. Después de la guerra se convirtió en un símbolo de coraje, resistencia y entrega.
En el valle de Ðiện Biên Phủ terminó la guerra de Indochina, pero comenzó la más sangrienta y trágica guerra de Vietnam, otra de las conflagraciones espasmódicas que jalonaron la llama de la Guerra Fría, ese enfrentamiento entre ideologías contrapuestas que aún estremecen al mundo.
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