Francisca Edwiges Neves Gonzaga nació en Rio de Janeiro el 17 de octubre de 1847. Era hija de José Basileu Gonzaga, general del Ejército Imperial Brasileño, y de Rosa Maria Neves de Lima, una mulata muy humilde a quien embarazó y con la que luego se casó -evidencia de un sentimiento de amor por parte de él, ya que el patriarcado colonialista bien validaba la violación y desidia sin el más mínimo reparo ni contrición-. Chiquinha (como la llamaban sus consanguíneos) se crió con su progenie paterna, una familia de pretensiones aristocráticas (su padrino era Luís Alves de Lima e Silva, el Duque de Caxias, un militar y estadista del Imperio del Brasil, tres veces presidente del Consejo de Ministros y comandante del Ejército durante la Guerra de la Triple Alianza). Hizo estudios de magisterio con los mejores profesores de la ciudad carioca que supo verla nacer (la cual hasta ese entonces seguía siendo la capital del país, ya que recién en 1960 a Brasilia le fue otorgado ese rango), donde también desde muy temprana edad recibió clases de música con el Maestro Lobo (considerado entonces un fenómeno de la música) y frecuentó bailes de lundú[i], umbigada[ii] y otros ritmos originarios de África junto a los esclavos de sus antecesores (tanto su padrino como progenitor fueron esclavistas acérrimos y ella la primera del linaje en defender la libertad de aquellos seres tiranizados y de proclamarse a favor de la república de Brasil). A los 11 años compuso su primera pieza: una música navideña a la que tituló “Canção dos Pastores” (Canto de los pastores). A los 16, por decisión de su familia, se casó con Jacinto Ribeiro do Amaral (un oficial de la Marina Imperial brasileña) e inmediatamente quedó embarazada. Pero, no mucho después, al no soportar la reclusión en el buque donde su marido trabajaba y las humillaciones continuas, sumadas a las órdenes de no involucrarse con la música, Chiquinha se armó de coraje y se separó, arbitrio que devino en un escándalo social absoluto y que ciclópeas consecuencias aparejó: solamente pudo llevarse con ella a su hijo más grande, João Gualberto, ya que Jacinto no le permitió que los vástagos más pequeños, Maria do Patrocínio y Hilário, se fueran con ella -Brasil estableció la igualdad de derechos y deberes entre varones y mujeres en la sociedad conyugal en 1988, pero recién en 2002 eliminó la institución de la patria potestad (pátrio poder) estableciendo en su lugar la institución del poder familiar, de naturaleza igualitaria-. Sufrió mucho por verse alejada de sus retoños, pero más aún por la discriminación de la sociedad de aquella época, que imponía duras puniciones a la mujer que se separaba del marido. -Nada es más caro para una mujer que hacerse valer, que no permitir que sus deseos y capacidades se vean aplastados por falta de coraje ante el despotismo patriarcal (ese sistema violento y miserable del cual todavía muchas féminas siguen siendo participes, ejerciendo críticas y presiones en vez de empatía y sororidad)-.
Años más tarde, en 1867, Chiquinha se reencontró con el gran amor de su preadolescencia, el ingeniero João Batista de Carvalho, con quien tuvo otra hija: Alice Maria. Vivieron juntos muchos años, hasta que ella se cansó de sus infidelidades y decidió dejarlo. Él, al igual que el anterior, le quitó la tenencia de la pequeña, y la sociedad nuevamente le cobró su amor propio en indolencias. De igual forma y a pesar de todo, la compositora siempre estuvo muy presente en la vida de sus 4 retoños, principalmente de modo epistolar, pero también con visitas periódicas a las ciudades de residencia impuestas por sus respectivos progenitores y custodios legales. -Vuelvo a repetir, porque me resulta más que indignante, que recién a principios del siglo XXI Brasil supo validar y concretizar legalmente los derechos de las madres. También, vale recalcar que fue Napoleón el primero en hacer ley la inhabilitación de la mujer como persona jurídica, después que durante la Revolución Francesa (1789) las mujeres empezaran a cuestionar, por primera vez (en la historia y como conjunto), la razón de la desigualdad civil existente entre ellas y los hombres (sí considerados “ciudadanos”); coyuntura que devino en la creación del denominado “movimiento feminista de la primera época” (el primer movimiento político pacifista de la historia occidental)-. Después de su separación, vivió como música independiente tocando el piano en tiendas de instrumentos musicales y dando clases de música para mantener a su hijo João Gualberto y tenerlo junto a sí, aguantando y traspasando los prejuicios que la sociedad le impartía a ton y son por insurrecta y corajuda -dos adjetivos que en una mujer al patriarcado cuantiosa repulsión le causan-. Pero para 1877 su suerte cambió y el éxito de auraticidad la enveló, después de la repercusión que tuvo su primera composición impresa: la polka “Atrativo”. A partir de allí, su carrera fue en ascenso y se hizo muy famosa, destacándose no solo como compositora de polkas, sino también de valses, tangos y canciones. Su necesidad de adaptar el sonido del piano al gusto popular le valió la gloria de hacerse la primera compositora popular del Brasil, prez al que supo ver llegar gracias a que anteriormente había sido parte de un grupo de músicos de choro, entre los cuales también participaba el compositor Joaquim Antônio da Silva Callado (“el padre de los llorones”, como los musicólogos contemporáneo lo apodan), con quien devinieron amigos y compañeros de aventuras melódico-compositivas por el resto de sus terrenales días . Tras su éxito, Chiquinha resolvió lanzarse en el teatro de variedades y revista. Estrenó componiendo la banda sonora de la opereta “A Corte na Roca”, en 1885.
A los 52 años, después de muchas décadas sola, pero viviendo feliz con sus hijos y la música, conoció a João Batista Fernandes Lage, un alumno de quien se enamoró y quien también se enamoró de ella, y con el que construyeron un amor que fue más que el tiempo (estuvieron juntos hasta el óbito de la pianista). La diferencia de edad era muy grande, ella tenía 52 y João Batista solo 16. Temiendo al repudio social y las consecuencias que pudiera el mismo desatar, él la convenció para que lo adoptara como hijo, para así poder vivir ese gran amor en secreto. Por esa razón, una vez finalizados los papeles de adopción, los amantes se radicaron en Lisboa (Portugal). Los hijos de Chiquinha, en principio no aceptaron el romance de su madre y menos aún el acto jurídico de la filiación adoptiva, pero con el tiempo naturalizaron la situación, porque ratificaron vivencialmente el amor genuino que mutuamente sentían aquellos acrónicos amartelados. Pasados varios años, retornaron a Brasil sin levantar sospecha alguna de vivir como marido y mujer (Chiquinha nunca asumió su romance, que solo fue descubierto después de su muerte, a través de cartas y fotos de la pareja). Previo a su partida y casi década fuera de su país natal, alrededor de 1900, la compositora había conocido a la irreverente artista Nair de Tefé von Hoonholtz (la primera mujer caricaturista del mundo) y entablado con ella una gran amistad. Para su regreso, su talentosa y visionaria amiga se había convertido en primera dama (tras haberse casado con el entonces presidente brasileño Hermes da Fonseca) y hecho de la casa de gobierno un epicentro cultural. Chiquinha fue invitada a varias reuniones musicales en el Palacio del Catete, aún bajo la oposición impuesta por la familia de Nair (la que se sentía demandada a sostener las apariencias ante una sociedad misógina, clasista y moralista, que no admitía libre pensadoras ni otredades posibles por fuera de las subjetividades completamente subyugadas al patriarcado). En una ocasión, en 1914, en un recital en el palacio presidencial, en plena presentación del maxixe[iii] “Corta Jaca”, la propia Nair de Tefé acompañó a Chiquinha con la guitarra (Nair fue la primera en introducir la guitarra en los salones de la aristocracia carioca), hecho que fue considerado un escándalo para la época. Fueron hechas críticas al gobierno y retumbantes comentarios sobre el pandemónium en que se había convertido la residencia presidencial, por promover y divulgar músicas cuyos orígenes estaban en los bailes vulgares, según la prejuiciosa concepción de la élite social que les era contemporánea. Para estos privilegiados de abolengo -pero no así de mente, de consciencia cultural y capacidad estético-emocional- el que hubieran llevado al Palacio del Catete a la música popular brasileña fue considerado una falta al protocolo, un desacato inconcebible, causante de una enajenada polémica dentro de las altas esferas de la sociedad y entre políticos. Previo a ese saturnal de mediocridad intelectual, en 1911, la compositora había estrenado su mayor éxito en el teatro: la opereta “Forrobodó” , la cual llegó a 1500 presentaciones seguidas después de estrenar (hasta hoy el récord de desempeño de una pieza de ese género en el Brasil). Veintidós años después, a los 87 años, Chiquinha escribió su última composición: la partitura de la pieza “Maria”. Murió el 28 de febrero de 1935 junto a João Batista Lage, su gran amigo y fiel compañero, cuando comenzaba el Carnaval.
Links relacionados:
Grabaciones de las composiciones más reconocidas de Chiquinha Gonzaga: https://memoria.ebc.com.br/cultura/2015/02/80-anos-sem-chiquinha-gonzaga
Partituras de todas las composiciones creadas por Chiquinha: https://chiquinhagonzaga.com/acervo/
Partituras de las bandas sonoras que compuso para obras de teatro: https://chiquinhagonzaga.com/acervo/?post_type=musica&cat=432#resultado
Carta de testamento de Chiquinha a sus hijos:
[*] La primera música carnavalesca que compuso Chiquinha Gonzaga, en 1899, fue la marcha-rancho “Ó Abre Alas”, considerada la primera marcha carnavalesca de la historia, creada para sacudir el desfile del cordón Rosa de Ouro, en el barrio Andaraí, en Río de Janeiro. Los derechos de autor de esta canción expiraron en 2005, 70 años después de la muerte de la compositora, y pasó al dominio público.
“Ó abre alas”
Ó abre alas
Que eu quero passar
Ó abre alas
Que eu quero passar
Eu sou da Lira
Não posso negar
Eu sou da Lira
Não posso negar
Ó abre alas
Que eu quero passar
Ó abre alas
Que eu quero passar
Rosa de Ouro
É que vai ganhar
Rosa de Ouro
É que vai ganar
[**] El choro, popularmente llamado chorinho, es un género musical, una música popular e instrumental brasileña. Los conjuntos que lo ejecutan son llamados regionais (regionales) y los músicos, compositores o instrumentistas, son llamados chorões. El choro es considerado “la primera música popular típica de Brasil” y su ejecución es muy difícil. Su ritmo es generalmente agitado y alegre, caracterizado por el virtuosismo y la improvisación de los participantes, que precisan tener estudio y técnica y pleno dominio de su instrumento. El conjunto regional está formado por uno o más instrumentos solistas, como la flauta o la mandolina, que ejecutan la melodía, junto al cavaquinho (un instrumento específico de la música portuguesa) que hace el centro del ritmo y una o más guitarras (entre las que destaca por su singularidad la de siete cuerdas), además del pandeiro como marcador de ritmo.
[1] El lundú es un género musical y danza brasileña, originada por los esclavos traídos de Angola. Llegó a ser considerada la danza nacional de Brasil.
[2] La Umbigada es una danza que llegó a Brasil a partir del siglo XVII, junto con los negros africanos, traídos a la fuerza como esclavos por los colonizadores portugueses. Era considerada una danza ritual de procreación, instancia por la cual estaba prohibida para padres e hijas y padrinos con sus ahijadas.
[3] El maxixe, hispanizado como “machicha” (y también conocido como tango brasileño), es un tipo de danza de salón que se baila en pareja. El término define tanto a la forma de bailarlo como a la forma musical. Estaba de moda entre fines de siglo XIX y principios de siglo XX, contemporánea de la polka y de los orígenes del choro y contó con compositores como Ernesto Nazareth, Pixinguinha y Pattapio Silva. La compositora más prominente de maxixes fue Chiquinha Gonzaga.