Si bien su padre, Munisai, era reconocido por su destreza con la espada, Musashi no tuvo mentores ni maestros, y no existe constancia de que su padre lo haya adiestrado. La historia dice que, siendo muy joven, Musashi tuvo la osadía de criticar a su padre en el uso del jitte (un arma tradicional japonesa, una especie de bastón de metal de 45cm sin bordes cortantes). Su padre, enojado, le arrojó un cuchillo a Musashi, y éste lo esquivó. Fuera de sí, su padre intentó atacarlo arrojándole su wakisashi (una katana corta), y Musashi también la esquivó. Musashi huyó, se refugió en la casa de su madre y nunca volvió a la casa de su padre.
Así comenzó la leyenda de Musashi Miyamoto, que se transformó en el samurai más diestro con la katana. Musashi fue un samurai solitario, nunca se casó y aconsejaba a sus discípulos que trataran de evitar enamorarse y que tuvieran cuidado en sus relaciones con las mujeres. Musashi despreciaba las posesiones materiales, viajaba de pueblo en pueblo con su ropa, sus espadas y sin dinero.
Musashi Miyamoto jamás fue derrotado en duelo; venció a todos sus rivales, incluyendo los más renombrados y famosos, como Kojiro Sasaki y a los samurais del clan Yoshioka de Kyoto. Antes de los treinta años de edad, Musashi Miyamoto había matado a más de sesenta contrincantes. A esa edad decidió dejar de matar a sus oponentes, cambiando su estrategia: les advertía que no podrían con él, prolongaba los duelos a propósito hasta que sus rivales quedaran exhaustos y comprobaran que no podrían vencerlo; en otras palabras, casi como que jugaba con sus rivales hasta que ellos mismos dejaran de pelear por su propia voluntad.
Se transformó en pintor, poeta, escultor, escritor y jardinero. Y en 1640 escribió un manuscrito titulado “Los treinta y cinco artículos de las artes marciales”, que luego fue conocido como “El Libro de los Cinco Anillos” (“The Book of Five Rings”, “Go Rin No Sho”). Su regla principal era que el único objetivo en una pelea es ganar, y ganar “en forma absoluta”, siendo este el pilar de su filosofía personal.
Musashi Miyamoto basaba su filosofía personal en la valoración de cinco elementos fundamentales (de ahí “los cinco anillos”): tierra (representa el fundamento de las cosas), agua (representa la pureza y la fluidez de su estilo de combate), fuego (representa la batalla y la energía y habilidad para cambiar), viento (representa otros estilos de pelea) y vacío (representa el lugar de donde todo proviene).
En el comienzo del libro, Musashi Miyamoto dice que uno debe establecer una meta e ir por ella como sea; mientras más difícil y peligrosa sea la misma, mayor esfuerzo hay que estar dispuesto a hacer.
En relación a eso, esta es su lista de preceptos, muy resumidos, como para entender su forma de pensar…
1. Establecer objetivos. Mientras más difícil sea, más esfuerzo se necesitará.
2. Autodisciplina. La única y verdadera disciplina
3. Entrenarse para ganar. Ejercitarse física y mentalmente.
4. Estar preparado. Conocerse a sí mismo, conocer sus armas, conocer al rival. Estar en condiciones de tomar decisiones rápidas. Mientras más preparado se está, más posibilidades de éxito. No alcanza con sentirlo, hay que trabajar duro.
5. No encasillarse en lo tradicional. Aprender a reconocer la esencia de cada cosa, de uno mismo, de la tarea a realizar. Aplicar lo más conveniente a cada situación.
6. Integridad absoluta. Sentido de justicia y lealtad. Honestidad, disciplina y perseverancia. Teniendo esto claro, sólo hay que enfocarse en la tarea a realizar.
7. Entrenar la mente. Debe entrenarse desde la infancia, eso provee la disciplina necesaria para enfrentar adversidades. Ser diligente, responsable y sin temores. Aprender a actuar en situaciones difíciles.
8. Tener la mente clara. Desarrollar la capacidad Zen de “poner la mente en blanco”, eliminando el conjunto de imágenes que interfieren en nuestra mente. Emplear la meditación. La mente en blanco lleva al “no ego”, al sentido más despojado. Hacer que cada momento sea único, limpio y natural, sin “contaminaciones” externas.
9. El poder del “vacío”. No dejar que la mente sea interferida por el accionar o las palabras de nadie. Eso sólo trae temores, preocupaciones y otros pensamientos que sólo distraen de la tarea a realizar. Deja a tus bien entrenados mente y cuerpo hacer lo que están preparados para hacer.
10. Aprender de los rivales. Desarrollar la habilidad de observar, aprender y adaptarse. Estudiar al rival, sus fortalezas y debilidades. Y utilizar este aprendizaje para derrotarlo.
11. Prestar atención a los detalles. Muchas veces de eso depende la victoria.
12. El poder del silencio. El silencio tiene forma y esencia, y es de gran ayuda para controlar la mente y para comunicarse con el entrono. Además, la estrategia propia permanece desconocida para el rival, genera temor y misterio en él. No revelar nunca planes ni intenciones propias. No mostrar al rival las propias emociones o sentimientos otorga una ventaja ya desde antes del encuentro.
13. Cambiar las “reglas” del encuentro. Siempre utilizar el poder del comportamiento inesperado; eso desconcierta al oponente.
14. El poder del temor. Usarlo para debilitar al adversario. Infundir temor en él.
15. Confundir al rival. Usar señuelos, pistas falsas, engañarlo, eso da al rival poco tiempo para reaccionar.
16. Usar la mente como un arma. Dominar psicológicamente al rival. Tratar de destruir su concentración.
17. Ver lo que no se ve. Ver “más allá”. Meditar. Llegar a un grado de percepción de lo que nos rodea que nos permita estar conectados y serenos. Que nada se nos escape.
18. No aferrarse a un estilo. Desarrollar un único estilo es una debilidad. Hay que poder cambiar de táctica cuando resulta obvio que la táctica habitual no está funcionando.
19. La importancia de la flexibilidad. Ser como el agua, que se retira o se estanca y al ser liberada vuelve como un torrente, con más fuerza.
20. Asegurarse de ver “más allá”. Ver “the big picture”. No enfocarse en una idea en particular. Darnos cuenta de todo lo que ocurre, como si nuestros ojos fueran una cámara gran angular. Sentirse como un espectador de nuestra propia batalla. Observar la periferia, el background. No enfocarse en una sola cosa durante demasiado tiempo.
21. Usar el tiempo como arma. Pensar en el tiempo en forma circular, cíclica, no lineal. Así encontraremos el “time gap” para sacar ventaja sobre el oponente.
22. Nunca dejar de aprender. La ética del aprendizaje continuo, que no sólo se aplica a las artes del combate (nota: en este caso, del juego). Eso expande tus horizontes como ser humano.
23. Golpear primero, golpear duro. Golpear cuando el adversario no lo espera, agarrarlo desprevenido. No darle nunca la oportunidad de lograr una posición fuerte.
24. Usar todas las armas. Cree en Dios, pero no dependas de él. Ataca cuando el rival ataca, o inmediatamente después.
25. El ejemplo del carpintero. El carpintero conoce perfectamente todas sus herramientas, y saca el mayor provecho de ellas siempre. Mejorar al máximo el conocimiento de las armas propias.
26. Tomar la iniciativa. Hacer que el rival reaccione a nuestros actos, y no al revés. Y si hay que reaccionar, reaccionar con más fuerza que el ataque recibido. Nunca permitir que el rival tome el control.
27. Conocer el entorno. El día, el clima, el estado del campo, la hora, etc.
28. Detectar cuando el rival decae. Tratar de reconocer cuándo el rival se afloja, duda o pierde energía.
29. Transformarse en el adversario. Tratar de meterse en su mente para pensar como él piensa y poder anticiparlo y contrarrestarlo.
30. Confundir al rival. Provocar que el adversario nos subestime. Ser humildes.
31. No ser previsible. Evitar que el rival nos tome el tiempo. Desarrollar nuevas formas de vencer permanentemente.
32. Hacer que el adversario cambie su estilo de lucha. Hacer que se sienta incómodo, obligarlo a luchar en el terreno que menos prefiere.
33. Actuar “como si estuvieras muerto”. Esto es: sin temores, sin condicionamientos, como si no tuviéramos nada que perder.
34. Tener un plan alternativo. Nunca permitir que nos pongan entre la espada y la pared.
35. Nunca dar segundas chances al adversario. No dejar que el oponente se recupere, aunque esté perdiendo o retrocediendo. No detenerse hasta la victoria final.
36. Destruir el espíritu del adversario. No detenerse hasta derrotar espiritualmente al adversario; no dar lugar a revanchas.
37. La importancia del arte en la vida. Aprender otras habilidades o artes, durante toda la vida, nos mejora como personas.
38. La importancia de la actitud. Coraje, determinación, voluntad, vigor.
39. Concentrarse en la victoria. Ir al combate siempre pensando en la victoria, no imaginar la posibilidad de ser derrotado.
40. Cerebro de rata, corazón de toro. Mente aguda y corazón caliente.
41. Ser mejores que ayer. Nunca dejar de entrenarse.
42. Perseverancia y ejecución. Persistencia ante cualquier obstáculo o adversidad; voluntad para hacer y seguir haciendo.