Nació el 28 de junio de 1888 en Budapest, en una familia católica de clase media. Su padre, policía y violinista amateur, no le transmitió la fe sino el culto al arco: arma, vicio, destino. A los tres años, Stefi entendió que la música no era juego: era mandato, desafío y territorio propio.
Bajo la tutela de Jenő Hubay[i] conoció a Béla Bartók[ii], dieciocho años, pianista, filósofo improvisado y crítico de la humanidad: la clase media, “realmente desagradable”; los campesinos, admirables por ingenuos; la nobleza, insoportable. Bartók volcaba en cartas su obsesión: primero música—Wagner[iii], canciones populares—y luego Stefi, sin filtros ni compasión. Stefi, púber y católica, recibía estos embates como quien oye un trueno: asombrada, recelosa, imperturbable.
Bartók filosofaba sobre independencia y suicidio (no cobarde, sino acto de libertad absoluta) y empujaba a Stefi a desafiar la tradición: “Las Stefi Geyers nacen para esquivar su yugo… Todos deben luchar por el control sobre sí mismos”. Ella no sucumbió. Tocaba. Y con cada gesto, cada frase musical, Bartók caía en trance, escribía cartas que parecían gritos y componía: primer movimiento del Concierto para violín[iv], Stefi idealizada; segundo, virtuosa, chispeante, ingeniosa. Danza imposible entre la musa que él quería y la violinista que ya dominaba su destino.

La obsesión masculina se volvió arte: Catorce bagatelas[v] para piano, un amargo vals; Primer cuarteto de cuerdas[vi], un canto fúnebre con ecos de Stefi. Ella guardaba los manuscritos bajo llave, impasible, mientras ellos se consumían. Othmar Schoeck[vii] tampoco escapó: la escribió, la dedicó, la idolatró. Solo un beso casto marcó contacto físico; Stefi seguía dueña de su arco, de sus días, de su música. Nunca propiedad. Siempre detonante.

En 1911 se casó con Erwin Jung y se trasladó a Viena. Matrimonio infeliz: bebida y dolor, nunca renuncia a la música. La pandemia de 1918 se llevó a su primer esposo. Años después, estabilidad con Walter Schulthess[viii]—pianista, compositor, agente de conciertos. Giró por Europa, enseñó en Zúrich, formó discípulas legendarias y ayudó tras la Segunda Guerra a Bartók a escapar de Europa hacia Estados Unidos, como quien salva un animal obsesivo y neurótico de sí mismo.
Murió en Zúrich en 1956. Mientras el mundo musical gritaba Bartók, Schoeck, hombres, hombres, hombres… ella permanecía en silencio, a la sombra de su propio fuego. Reducirla a “musa” sería absurdo y cruel; Paul Sacher lo resumió clínicamente: “Fue una excelente violinista, una gran solista y una excelente música”. Punto.

[i] Jenő Rudolf János Huber (Pest, 15 de septiembre de 1858 –Budapest, 12 de marzo de 1937) violinista, compositor y profesor húngaro, elegido en 1921 miembro de honor de la Academia húngara de las ciencias.
[ii] Béla Viktor János Bartók (Nagyszentmiklós, Imperio austrohúngaro, 25 de marzo de 1881-Nueva York, 26 de septiembre de 1945), fue un músico húngaro que destacó como compositor, pianista e investigador de música folclórica de la Europa oriental. Fue uno de los fundadores de la etnomusicología, basada en las relaciones que unen la etnología y la musicología.
[iii] Wilhelm Richard Wagner (Leipzig, Reino de Sajonia, Confederación del Rin, 22 de mayo de 1813 – Venecia, Reino de Italia, 13 de febrero de 1883) fue un compositor, director de orquesta, poeta, ensayista, dramaturgo y teórico musical alemán del Romanticismo. Destacan principalmente sus óperas (calificadas como «dramas musicales» por el propio compositor) en las que, a diferencia de otros compositores, asumió también el libreto y la escenografía.
[iv]
[v]
[vi]
[vii] Othmar Schoeck (Brunnen, municipio de Ingenbohl, 1 de septiembre de 1886 – Zúrich, 8 de marzo de 1957) fue un compositor y director de orquesta suizo.
[viii] Walter Schulthess (24 de julio de 1894 – 23 de junio de 1971) fue un director de orquesta y compositor suizo.