(Recomendamos leer: Hitler y Stalin, diferentes)
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-Tanto Hitler como Stalin se vestían con discreción. Buscaban verse parecidos a la gente común y distanciarse de las ornamentas de las monarquías. Stalin pasó a vestirse con uniforme militar de alta graduación cuando ya era indisimulable la victoria de su ejército.
-Ambos lograron cumplir con la aspiración de todo dictador: gobernar hasta el último día de sus vidas.
-Ambos tenían una figura histórica que los fascinaba: Stalin admiraba a Iván el Terrible (aunque se permitía criticarlo por no haber matado suficientes “boyardos”) y Hitler sentía admiración por Federico el Grande.
-Ninguno de los dos estaba casado al comenzar la Segunda Guerra Mundial.
-Tanto Hitler como Stalin, durante la guerra, eligieron una compañera sexual de carácter dócil. La compañera de Hitler, Eva Braun (23 años más joven), nunca fue oficializada por el Führer como novia o amante oficial, y sólo el círculo íntimo de Hitler conocía los pormenores de la relación. Hitler la había conocido desde su juventud, la trataba con cierto menosprecio por sus sentimientos y hasta se mofaba de ella. Se casó finalmente con ella poco antes del suicidio de ambos, pero le demostraba poco afecto. La compañera de Stalin, Valentina Istomina (39 años más joven), era alegre, sencilla, se ocupaba de los quehaceres de la finca (dacha) y era lo opuesto a la ex-mujer de Stalin, Nadiezhda Aliluyeva, una mujer de fuerte carácter.
-La segunda mujer de Stalin se suicidó; Eva Braun, la mujer de Hitler, también, y las otras mujeres que tuvieron relación con él se suicidaron o intentaron hacerlo.
-Ambos despreciaban la religión y hasta aborrecían el cristianismo. Hitler había rechazado al catolicismo en su infancia y primera juventud pero imaginaba que, para darle brillo a su imagen de hombre de Estado y a su vez tener control y mantener políticamente a raya a la Iglesia, era conveniente llegar a un entendimiento con el Vaticano. Así, Hitler firmó un acuerdo con el cardenal Eugenio Pacelli (quien luego sería Pío XII) asegurando la libre actividad de las instituciones católicas, pero no pudo con su genio y ordenó encarcelar a curas y monjas. El Führer menospreciaba el altruismo y decía que el cristianismo era una “escuela del pesimismo” que mantenía a raya a sus fieles con la amenaza del infierno. Para Stalin la religión en sí era una pérdida de tiempo, pero también la utilizó en su beneficio: tomó prestados símbolos y prácticas de la religión cristiana, intentando crear una especie de “religión política” al servicio de su interpretación del marxismo-leninismo. En ese contexto, impulsó la Iglesia Ortodoxa Rusa porque vio que la Iglesia tenía más capacidad de movilizar a las personas que el Partido Comunista, y presentó a Rusia como un “defensor de la civilización cristiana” (algo que no se creía ni él).
“¿Dios está de tu parte? ¿Es él un conservador? El diablo está de mi parte y es un buen comunista”. (Stalin)
-Ambos desarrollaron ideologías que no eran originalmente suyas. En el caso de Hitler, el punto de partida era el desarrollo de las teorías de la “pureza de la raza aria”, ideas que se encontraban en varias obras, como “Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas”, de Arthur de Gobineau, y escritos de Alfred Ploetz, Alfred Hochey Rudolf von Sebottendorff. En el caso de Stalin, su ideología se basaba en las ideas de Marx, detalladas en el “Manifiesto Comunista” y “El Capital”, y las enseñanzas de Vladimir Lenin.
-Ambos eran autoritaros, salvajes e impiadosos.
-Ambos estaban dispuestos a sacrificar la vida de millones de personas para hacer realidad sus objetivos.
-Ambos desarrollaron campos de confinamiento, trabajos forzados y muerte, organizados de la manera más cruel y despiadada, empleando la tortura y el hambre como perverso recurso habitual y cotidiano. Ambos entendían que esos métodos estaban plenamente justificados.
-Ambos desarrollaron siniestros organismos político-policíacos: el NKVD soviético (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos) y las SS nazis (SchutzStaffel, “Escuadrón de protección”).
-Tanto Hitler como Stalin tenían la capacidad de inspirar en sus seguidores una especial clase de fe. Los dos eran figuras paternales y rigurosas que vendieron a la gente sus propias utopías: una sociedad socialista e igualitaria con un Estado abarcador en el caso de Stalin, un imperio alemán dominante y racialmente puro en el caso de Hitler.
-Ambos engañaban y mentían descaradamente para defender sus ideas, sus intereses y sus estrategias.
-Ambos eran idolatrados hasta el éxtasis, ambos gozaban de grandes manifestaciones públicas con desfiles, ovaciones y sus retratos levantados por el pueblo.
-Ambos despreciaban los valores de la democracia liberal, rechazaban los principios de la libertad como los conocemos hoy y utilizaban la opresión como sistema.
-Los dos aprovecharon el descontento y la desazón del pueblo y del ejército de sus países después de la Priemra Guerra Mundial para construir su poder.
-Tanto Hitler como Stalin adoptaron las grandes decisiones de la política exterior de sus países en solitario, en forma inconsulta.
-Ambos tenían absoluta intolerancia al fracaso. Sostenían posiciones impracticables aún ante la evidencia en contrario. Los dos culpaban siempre a otros de sus propios errores. Insultaban, denigraban, acusaban de poco patriotas a sus subordinados y a sus ejércitos, y castigaban, degradaban, encarcelaban y hasta ejecutaban (sobre todo Stalin) a quienes consideraban responsables de cada derrota.
-Tanto Hitler como Stalin se negaban a aparecer en público cuando las cosas no iban bien.
-Tanto Stalin como Hitler odiaban a Polonia, y en su momento (Hitler al inicio de la guerra, Stalin al final de la misma) ambos ordenaron invadir ese país que tanto detestaban.
-Tanto Stalin como Hitler eran inflexibles en cuanto a los objetivos a lograr, comprendían muy bien el valor de la amenaza material y del lenguaje de la fuerza, y lo ejercían.
-Ninguno de los dos tenía un confidente. El más cercano a Hitler era Goebbels, pero la lealtad de éste no tenía como premio la total confianza del Führer. El más cercano a Stalin era Beria, pero ambos eran crípticos; Beria era obediente pero Stalin no estaba ni cerca de confiar en alguien.
-No sólo Hitler era antisemita; Stalin también lo era.
-Ambos eran impacientes e intolerantes en extremo.
-Tanto Stalin como Hitler mostraron un desdén y desprecio notables por el sufrimiento de sus tropas. Aún en situaciones de segura derrota y pudiendo evitar mayor cantidad de muertos, insistían en mantener posiciones de batalla y combates imposibles de sacar adelante, aunque eso implicara la muerte de miles de soldados.
-Ambos se negaban (hasta un nivel irracional) a aceptar cualquier pedido de sus generales o comandantes que implicara una retirada o retroceso de sus tropas.
-Hitler y Stalin usaban el poder del hambre para someter a sus prisioneros. Ordenaban retener alimentos como método para doblegar la voluntad y el espíritu de sus enemigos o prisioneros. No respetaban ningún código ni acuerdo internacional al respecto.
-Ambos reivindicaban el hecho de “cerrar el corazón a la piedad” y “actuar con brutalidad”. Ambos consideraban que el objetivo de reformular la identidad y la esencia de sus propios países justificaba infligir los sufrimientos más atroces a quienes fuera necesario, aunque esto incluyera a población civil, mujeres y niños.
-Tanto Hitler como Stalin se mantuvieron alejados de los campos de sufrimiento. Hitler nunca visitó los ghettos ni los campos de exterminio y Stalin nunca se acercó a los campos del Gulag.
-Ambos se negaban a aceptar la responsabilidad final de sus propias acciones. Jamás reconocían un error. Para Hitler, la culpa de todo, siempre, la tenían los judíos. Para Stalin, la ineptitud y la cobardía de sus comandantes. Siempre culpaban a otros por sus propios errores.
-Tanto Hitler como Stalin tuvieron problemas de salud durante la guerra. Hitler tuvo problemas gastrointestinales frecuentes y se agregó un temblor en su mano izquierda, posible inicio de Parkinson. Stalin tenía hipertensión y una arterioesclerosis que se agravaba, con los consecuentes problemas circulatorios, además de los problemas derivados del exceso de alcohol y el tabaco.
-Hitler concibió un plan para enviar a los judíos a un enorme mega-ghetto en Madagascar, aunque no llegó a concretarse. Stalin concibió y concretó la deportación de kalmukos y tártaros a Siberia.
-Tanto Stalin como Hitler, así como sus comandantes, oficiales y subordinados, creían ser los genuinos representantes del “orden establecido”. Creían estar “del lado de la ley”, “de lo correcto”, y que lo que hacían era castigar a los culpables. La idea de que ellos mismos eran los criminales les era ajena. La mejor prueba es el testimonio de los nazis en Nuremberg y de los encarcelados miembros del NKVD, que sostenían la legitimidad de sus actos criminales por haberlos efectuado recibiendo órdenes o por las necesidades de su patria.
-Ambos cometieron horrendas matanzas étnicas. Hitler afirmaba la necesidad de exterminar a los judíos, a quienes consideraba los culpables de todas las desgracias de su país. Stalin concebía como necesaria la deportación y exterminio “disimulado” (por hambre y enfermedad) de grupos étnicos como kalmucos, tártaros y alemanes del Volga porque los veía como amenaza para la instauración de un Estado centralizado que dominara un extensísimo territorio sin focos locales de autonomía o potenciales disidencias.
“Con humanidad y democracia nunca han sido liberados los pueblos”. (Hitler)
-Tanto Stalin como Hitler estaban preocupados por la lealtad de los pueblos que vivían cerca de las fronteras con países vecinos.
-Tanto Stalin a fines de 1941 como Hitler a principios de 1945 actuaron de la misma manera: despreciaron los datos de inteligencia que preanunciaban escenarios inexorablemente desfavorables y situaciones contrarias a las que ambos dictadores hubieran deseado que ocurrieran. Ambos líderes decidieron lo mismo en esos momentos difíciles: no asumir responsabilidad alguna por la derrota, culpar a sus oficiales superiores y acusarlos de traidores y cobardes.
-Tanto Hitler como Stalin estuvieron de acuerdo en firmar en 1939 un “pacto de no agresión” (el acuerdo Von Ribbentrop-Molotov) ante la sorpresa del mundo, y ambos pensaban, mientras lo firmaban, cuándo iban a romper ese pacto, ya que ambos se desconfiaban mutuamente. Para ambos regímenes, el pacto supuso una ventaja política y económica. Entre agosto de 1939 y junio de 1941 Moscú suministró petróleo, cereales, níquel, manganeso, cromo, madera y otros materiales a la Alemania nazi. A su vez, URSS recibió de Alemania un préstamo de 200 millones de marcos y el Tercer Reich surtió a los combatientes soviéticos de explosivos, emisoras de radio y hasta un buque. La luna de miel entre Hitler y Stalin duró 22 meses.
“Mañana muchos maldecirán mi nombre”. (Hitler)
“La muerte soluciona todos los problemas. Sin hombres no hay problemas”. (Stalin)