1- Sueños de libertad (The Sawshank redemption) (Frank Darabont). Una de las mejores películas de todos los tiempos. Es la historia de Andy Dufresne, encarcelado por un crimen que no cometió, y de cómo trata de transformar el patético entorno en el que le toca vivir. En este conmovedor relato no queda cuerda por tensar; hay dos suicidios, uno de ellos seguramente lo lamentan todos los espectadores. El otro no. Pero Andy resiste. Y piensa. Y cada paso que da tiene una buena razón. Actuaciones descomunales de Tim Robbins y Morgan Freeman.
2- Sin salida (No way out). Thriller político con ritmo y giros inesperados; en el Pentágono buscan a un espía ruso a quien acusan de un crimen que no cometió. Nadie es del todo inocente. En el medio, un suicidio inesperado y por despecho pero nada fuera de contexto, eh.
3- Interiores (Woody Allen). Primera película dramática de Woody, en 1978. Empieza como el típico cuadro de situación familiar de la clase alta intelectual del este de EEUU. Pero el drama se instala, crece, y termina mal. La escena del suicidio es extraordinaria.
4- La profecía (Richard Donner). La película arranca con un suicidio. Rápidamente entenderemos por qué. El resto es un progresivo avance hacia el desastre inapelable. La película (la original, de 1976) es muy buena, aunque Gregory Peck no se esmera mucho.
5- The happening (M. Night Shyamalan). Suicidios en masa desde el comienzo, se trata de averiguar qué es lo que los provoca. Lo mejor: los primeros quince minutos. El resto es un bodrio.
6- Juventud (Paolo Sorrentino). Conmovedora película en el que dos ancianos (Michael Caine, cínico pero pacífico, desapegado y melancólico, y Harvey Keitel, un director de cine con proyectos y una película a punto de rodar) pasan unas vacaciones en un spa en las montañas de los Alpes suizos. Luego de un duelo actoral sublime, algo inesperado ocurre. Y la decisión en consecuencia será el suicidio. El suicidio de la desesperanza, de la rendición final.
7- Las vírgenes suicidas (Sofía Coppola). Extraña y durísima película. Los personajes de James Woods y Kathleen Turner (y las cosas que hacen) son tan bizarros que a veces uno duda del dramatismo de la película. El final espeja las dudas, y cómo.
8- Esta tierra es nuestra (The field) (Jim Sheridan). Estremecedor drama en una población rural irlandesa. Un hombre pierde su finca, su campo, en el que ha trabajado toda su vida. Historia cargada de tristeza, desesperanza y hasta crueldad; el final es de un realismo y una crudeza impresionantes. Richard Harris, en la que seguramente es una de las mejores actuaciones de su carrera, está insuperable.
9- Casa de arena y niebla (Vadim Perelman). Película extraordinaria, con actuaciones descollantes de Jennifer Connelly y Ben Kingsley. Una situación terrible como es perder la casa se engancha con una casi opuesta de una familia extranjera venida a menos que parece encontrar la oportunidad de resurgir de sus desgracias. En el medio, el conflicto. Sin solución. O mejor dicho, con la peor solución.
10- La caída (Oliver Hirschbleger). Refleja la historia real que conocemos acerca del desmoronamiento del Reich en el bunker de Hitler. Joseph Goebbels (Ulrico Matthes, que atemoriza con solo ver su cara) se suicida y obliga a hacerlo a su mujer y a sus pequeños hijos, que lo hacen en forma sumisa, casi en silencio, como algo natural y esperado. Horror puro.
11- Algunas horas de primavera (Stéphane Brizé). En este caso se trata de un suicidio asistido en una clínica suiza que se dedica a eso, a la que acude una mujer mayor con una enfermedad terminal e irreversible, con su hijo, desempleado y bastante mal llevado. Película francesa, en la que se ve la muerte como el paso final, sin dramas extremos ni golpes bajos. Muy buena.
12- La vida de David Gale (Alan Parker). En esta tremenda historia alguien decide suicidarse premeditadamente para defender una idea, una ideología, una manera de pensar. Suicidio por convicción que lleva a otro suicidio, indirecto: aceptar una condena a muerte sin haber cometido crimen alguno. Todas las actuaciones son muy buenas, en especial la de Kate Winslet. Película retorcida, de extremo dramatismo.
13- Thelma & Louise (Ridley Scott). Suicidio del tipo “pacto de muerte” entre dos amigas que deciden mandar al carajo la vida que venían teniendo y se lanzan a lo que sea con tal de irse de su desquicio cotidiano. Sin pensar siquiera en dar vuelta atrás ni arrepentirse, y mucho menos pagar por los errores cometidos en su viaje hacia su nueva vida. Con Geena Davis y Susan Sarandon.
14- El hombre elefante (David Lynch). Basada en la historia real de John Merrick (John Hurt), quien padecía una enfermedad deformante y era burlado y aislado por la sociedad inglesa en la segunda mitad del siglo XIX. Su sufrimiento corporal era acompañado por su desolación existencial; él solo buscaba ser tratado como un igual. Impostadamente, y gracias a la ayuda de su médico (Anthony Hopkins) logra ser aceptado parcialmente, aunque eso no logra mitigar del todo su desasosiego. Finalmente, decide suicidarse y lo hace en forma calma y serena.
15- Las invasiones bárbaras (Denys Arcand). Remy padece un cáncer terminal, su tratamiento en el deprimente hospital no funciona y decide terminar su vida como él quiere; con la ayuda de su hijo convoca a sus antiguos amigos y en una aportada casa de campo todos participan en una ceremonia de amistad que incluye el adiós final.